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Difama que algo queda

22 de Junio del 2015 - Marta Elena Castañón Álvarez (Moreda)

El pasado martes 9 de junio, con gran pena, he leído en LA NUEVA ESPAÑA una carta de Jesús González Lobo, sacerdote secularizado, a sus amigos "el cura Chus y Alfredín el de Laviana", pero ¡cuál sería mi sorpresa! veo que aprovecha, sin venir a cuento, para lanzar sus dardos envenenados contra el cura de Moreda, antes compañero querido y ahora malísimo y, según dice, "pesetero sacerdote entre otras cosas". Seguramente esto último dicho con muy buena voluntad.

Como desde hace más de 30 años colaboro en la parroquia de Moreda y pertenezco al consejo pastoral parroquial, y desde hace unos años soy secretaria del mismo y también encargada del despacho, conozco muy bien el percal y no puedo consentir que se acuse injustamente a nuestro cura, porque, como dice el adagio popular, "difama que algo queda".

Por eso creo que puedo hablar con conocimiento de causa al hacer las siguientes afirmaciones:

Desde que llegó a nuestra parroquia, don Eduardo nos dejó muy claro que había que diferenciar el dinero de la comunidad del del párroco. Por esa razón, nos pidió que le ayudásemos a llevar el tema económico, porque él no quería que estuviera sólo en sus manos. (No en todas las parroquias hay un consejo pastoral ni consejo económico. En la nuestra, sí).

Yo soy una de las personas que recogen en la sacristía la colecta, la cuenta y la ingresa en el banco. Me gustaría que la gente pudiera ver lo poquísimo que se recoge para que pudieran después hablar con propiedad. Y en el despacho recibo los donativos y los ingresos por los aranceles que se cobran en la parroquia. Naturalmente, con el consiguiente recibo para llevar la contabilidad.

Se han dado casos (unos cuantos más de los que la gente cree) en los que por problemas económicos de la familia ni siquiera se les ha cobrado ni por aniversarios, ni por los funerales, ni por las bodas, e incluso en cierta ocasión me consta (supongo que habrá habido más) que la colecta del funeral se entregó a una viuda joven porque le dijeron al párroco que lo necesitaba. Los aranceles por las bodas cuando se casan en nuestra parroquia no se cobran íntegros, sino la mitad. Los bautizos no se cobran, etcétera. Y también sé que muchas veces el párroco pone dinero de su bolsillo para no cargar muchos gastos a la parroquia o para ayudar a los numerosos transeúntes que llaman a su puerta, y sobre todo los veranos, en los que no hay apenas gente y, por tanto, poquísimos ingresos, ni siquiera puede cobrar la parte de su sueldo que le pertenece por ingresos directos y tiene que esperar a que haya fondos suficientes. Jamás se ha quejado. ¿Eso es ser pesetero?

Los aniversarios en nuestra zona están cubiertos por las pólizas de los seguros de decesos, que son los que los abonan. Y en cuanto al hecho de que sean comunitarios, no hace falta más que darse un paseo por la diócesis y comprobar que es algo comúnmente asumido desde hace muchos años por las parroquias que tienen un número elevado de entierros anuales y que de no ser así sólo se dedicarían a hacer aniversarios. Por otra parte, es algo aprobado por los responsables diocesanos desde hace más de diez años. No se hacen por capricho del cura.

Como persona vinculada a la Iglesia, me parece triste que un sacerdote, aunque sea secularizado, hable tan mal y además haciéndose eco de críticas de "la gente", que casi nunca se sabe quiénes son y, cuando se sabe, generalmente se trata de personas que no quieren saber nada de la Iglesia más que cuando la necesitan para su provecho. Qué mal ejemplo se da cuando en vez de usar la corrección fraterna se utiliza un medio de comunicación para divulgar insidias sobre un compañero, en estos tiempos en los que la Iglesia anda tan escasa de apoyo y de comprensión. Qué fácil es publicar cosas en contra de un cura sabiendo que no va a defenderse.

Hace unos días, celebrábamos las bodas de plata sacerdotales con nuestro párroco y tuve la oportunidad de comprobar que es muy querido y apreciado entre nosotros, como así lo demuestra la multitud de personas que participamos en la misa de acción de gracias y luego en la mesa. Sin contar un número grandísimo de personas que, por distintas razones, lamentaron no haber podido asistir.

Nos gustaría que siguiera con nosotros por mucho tiempo, aunque sabemos, y así nos lo ha demostrado en tantas ocasiones, que por encima de todo es un sacerdote que está al servicio de la Iglesia. Le conocemos muy bien, porque se deja conocer y por eso le apreciamos tanto. Ha luchado mucho, tanto por la parroquia de Moreda como por la de Caborana, tanto a nivel material como espiritual, de una manera generosa y altruista, y por eso se ha ganado nuestro respeto y colaboración. Gracias, don Eduardo, por todo ello.

No es mi intención entrar en ningún tipo de polémica con nadie. Simplemente pretendo exponer desde mi humilde punto de vista otra visión de la Iglesia y de los sacerdotes, que tanto necesitan nuestro apoyo, porque no siempre son suficientemente comprendidos en su tarea, tan difícil y tan complicada en estos tiempos.

Quisiera terminar recordando que no hay nadie perfecto. Sólo Dios. Pero a pesar de eso, Él siempre cuenta con nosotros para llevar a cabo su plan de salvación, no de condenación.

Marta Elena Castañón Álvarez

Moreda

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