La Nueva España » Cartas de los lectores » Un médico muy paisano

Un médico muy paisano

24 de Julio del 2015 - Ricardo Luis Arias (Aller)

En el medio rural de Lena, sus aldeas y pueblinos, uno conoció también a grandes paisanos, historia viva de su concejo. Comenzando por Campomanes, puerta del valle del Huerna, estaba Felipe Canseco, un hombretón afable y bonbadoso, dado por entero a los demás, sobre todo a sus enfermos y pacientes. Porque Felipe Canseco, amigo muy estimado, era médico y seguro que de los preferidos de Hipócrates. Él era el que atendía a todos los enfermos de todos los pueblos del valle del Huerna, que, en el inicio de la década de los cuarenta, estaban olvidados, no tenían luz y apenas una pésima comunicación, que no impidió a este buen médico llevar a cabo su humanitario y profesional trabajo, incluso más allá de sus atribuciones. Sí, porque hasta les llevaba los medicamentos y les ponía las inyecciones, sin cobrar más por ello. Desinteresadamente. A Felipe Canseco le quería todo el mundo, y en ese hermoso y profundo valle que termina en el regazo de Peña Ubiña (2.417 metros), Felipe era un paisano más. Y ahora, aquí, recordación, obligada y entrañable. Y esta demostración de lo que era un enfermo para él.

Cuando en aquella nevadina de 1945 el valle del Huerna quedó prácticamente incomunicado más de un mes, sobre todo los pueblinos altos como El Campo, las dos Tuizas, Riospaso y La Cruz, Felipe Canseco estaba preocupadísimo porque en Tuiza de Arriba tenía una anciana (si mal no recuerdo, creo que se llamaba María) a la que estaba tratando y tenía que ponerle una inyección semanalmente. Y cuando un día fuimos unos esquiadores a romper esa incomunicación, el buenazo de Felipe, muy preocupado, me encargó que le pusiera esa inyección a su enferma. Y ahora viene lo anecdótico, porque cuando logramos llegar hasta Tuiza de Arriba me encontré con aquella buena mujer, alegre como unas castañuelas, que no quiso saber nada de la inyección que con tanto cuidado había llevado en mi mochila. Y muy sonriente, me dijo: "Mira, rapaz, dices-i a don Felipe que nun se preocupe, que nun morrí y que nun necesito poner más indiciones, y que ahora como de too, hasta chorizu, tocín y morciecha". Cuando le trasladamos esto a don Felipe Canseco, quedó asombrado, perplejo y luego soltó una ruidosa carcajada, que nos contagió. Y llegamos a la conclusión los dos de que las inyecciones a su paciente tenían que ser ahora de gochu...

Muy cerca de Campomanes, en la ruta al Pajares, está el pueblín de La Frecha, de tan gratos recuerdos para uno. Allí hubo un paisano famoso, José, molinero, vulgarmente conocido como "Fariñes", que un día se la armó buena al consumero de los arbitrios municipales de Campomanes, un tipejo con muy mala condensada, al que hizo perseguirle hasta cerca de Malvedo. Agotados los dos, el consumero, apodado "El Ferre", ordena a "Fariñes" que abra el enorme paquete que lleva consigo. Con cara de cordero degollado, el molinero desenvuelve el paquete, lanza una carcajada y le dice al "Ferre": "Mira, consumeru, ye una albarda... ¿quies ponela?".

Albarda, y no chaqueta, es la que tenían que ponerse hoy algunos políticos.

Ricardo Luis Arias

Aller

Cartas

Número de cartas: 45456

Número de cartas en Junio: 82

Tribunas

Número de tribunas: 2062

Número de tribunas en Junio: 5

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador