Recordando a Rufino...
A Rufino Roces. Mi inolvidable amigo, uno tras otro han pasado los días y meses, faltando ya poco para que cumplas un año (octubre 2014-2015) desde que te fuiste dejando entristecida a tu querida familia y a tantos amigos que de veras te apreciamos; en fin, a La Felguera, que todavía dolorida por tu ausencia guarda luto, y es que no es para menos ese color de que se viste la tristeza, ese sentimiento para quien de manera totalmente fraternal, día a día la palabra “amistad” ennoblecía, dándose a su pueblo, al terruño que le vio nacer y crecer, con hechos y no pasajeras palabras en actos sobre todo culturales y sociales, como bien lo demostrabas no sólo siendo de la Sociedad Cultural San Pedro de La Felguera un excepcional presidente, sino incluso más allá de todo límite, por otros lugares asturianos, donde con desvelos ciudadanos te dabas a corazón abierto mostrando siempre con sano ejemplo tus virtudes, confraternizando siempre con el viejo o nuevo amigo con buen humor detrás de una sonrisa...
Esto que escribo, tardío en apariencia, no lo es, porque cotidianamente recordarte es como estar siempre escribiéndote, como lo hago con otros amigos que por más de tres décadas pude tener el honor de conocerlos y que forman parte ya, como tú, de ese otro mundo donde nos aguarda el silencio, pero jamás el olvido de quienes un día formaron parte de nuestra vida en común en cualquier acto de sociales encuentros. Y porque además todavía frescas están las tintas de las plumas que se ocuparon no de decirte un adiós para siempre, sino hasta pronto; la propia voz de tu amada hija Rosa, con sencillo y gran amor lo refiere, tal LA NUEVA ESPAÑA del 20-20-14... “eternamente entre nosotros”. Como el ilustre periodista Fernández Díaz, Melchor; tus compañeros “Los Quijotes”, Francisco Rodríguez, doctor honoris causa de nuestra Universidad ovetense; el fraternal Emilio Serrano, Manolo Linares, Fernando Delgado, Rvdo. P. López Brugo... Y de entre esos escritores hay uno que con mano mágica, como todo lo suyo, nos ha hecho releer a “Un langreano distinguido”, de Ignacio Gracia, en que nos recuerda “un golpe duro”, cuando a Rufino nunca le otorgaron lo que él tanto deseaba, el reconocimiento de “Langreano del año” y así, año tras año... Reconocimiento que no costaba un “duro”, más que el precio del afecto.
Nos unimos ahora al cordial grupo de “Un canto a la amistad por Rufino Roces” que se acaba de reunir y formar recientemente en el teatro La Felguera haciendo “Gala a la amistad”, como se proclama, para hacerle merecidamente una escultura, viniendo de las manos del mundial escultor artista y escritor Manolo Linares que en el año de 1995 fuera el pregonero de las fiestas sampedranas, que entre muchas cosas interesantes públicamente manifestara: “que no se podía hablar en La Felguera sin hablar de los problemas que nos afligen”..., la esencia de la vida y las más importantes celebraciones de la historia fueron paganas y en honor de lo que se consideraba fuente de vida, el sol, el agua, el bosque, el fuego, las cosechas... Con la llegada del cristianismo las fiestas (paganas) se fueron relacionando con la religión”... Eso escrito hace 20 años es tan actual como lo que acaba de proclamar Su Santidad el Papa Francisco de manera universal, y es todo muy actual. Bien, cuánto hubiera disfrutado nuestro Rufino si su estatua se le hubiera hecho en vida, no ahora ya fallecido... Hemos sido siempre decidores de que los reconocimientos, a quienes los merecen, deben hacerse en vida, no cuando ya no se respira, ya que una vez muertos, en todo el mundo somos buenos y se silencian los rencores y humanas envidias desaparecen. Qué orgulloso desde el cielo felguerino deberá encontrarse nuestro singular amigo, perpetuamente muy cerca de Dios. Hasta pronto, ¡ejemplar español!
Heradio González Cano
Oviedo
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