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Una entrañable carta del General Alfonso Armada

21 de Septiembre del 2009 - Heradio González Cano (Oviedo)

Tras la lectura de la interesante entrevista que le hiciera el notable periodista Javier Cuervo –llamado en un futuro no lejano a ocupar escogidos altares periodísticos (vaticinio)– al general Alfonso Armada (LA NUEVA ESPAÑA, 23-08-09, n.º 489), me vino al recuerdo la atenta misiva que cariñosa y diplomáticamente hace nada menos que 32 años me enviara el entrevistado (08-03-1977), contestando a una invitación que cursamos a S. M. el Rey para que, aprovechando proyectada visita a Centroamérica, en ese entonces, también nos honrara con su presencia en el Ateneo de Matagalpa en Nicaragua, del que fuera el suscribiente su presidente fundador; visita que al apreciado monarca, en contra de sus deseos, no le fue posible realizar, debido a que el presidente, Anastasio Somoza Debayle, se encontraba momentáneamente enfermo y a que, incomprensiblemente, en otra autoridad presidencial no quiso delegar. Pero, no obstante, catorce años después (19-04-1991) SS MM don Juan Carlos y doña Sofía realizaron, sin llegar al Ateneo, depositando un ramo de flores en la tumba de Rubén, supremo cantor de la hispanidad, en Santiago de los Caballeros de León, donde en compañía del inolvidable religioso, de la Orden de San Francisco de Asís, monseñor Julián Luis Barni (q. e. p. d.), que era presidente honorario del Ateneo matagalpense en cuestión y querido obispo de esta diócesis, pasando después a la de León, recordaron emocionados –según me dijo– la primera y postergada invitación...

La precipitada institución cultural abrió sus puertas prestigiosas al concurrir a su estrado para dar magistrales conferencias de diferente signo renombrados intelectuales muy reconocidos en los ambientes nacional e internacional, donde también distinguidos embajadores, entre ellos los de España, a más de 34 años de la fundación, incluso en pleno auge de la supuesta redentora sandinista revolución, los suelen recordar, así, un Ernesto La Orden Miracle, José García Bañón, Pedro Manuel de Arístegui y Petit (padre de Gustavo, miembro relevante hoy del PP), José Luis Roselló Serra, de la Embajada secretario y agregado cultural, después en los países árabes embajador. No anteponemos los merecimientos de don porque gozamos entre ellos de una franca y amplia hispanoamericana amistad, dicho de paso sea para justificar.

Ahora, al releer el texto de las declaraciones del ex secretario de S. M. donde nos relaciona familiarmente pasajes históricos de sus antepasados en la húmeda y siempre verde Galicia, como la asturiana, y donde nos refiere la vida en el pazo de Santa Cruz de Rivadulla del célebre Jovellanos gijonés, de quien, a su vez, andando el tiempo sería familiar... Nos hace pensar en los celtas y castros, en la historia de un mágico lugar. Y hablando del tristemente célebre 23-F, a los diplomáticos precitados nos hace una vez más recordar, quienes, así como hablaban en momentos de solaz del patriótico sentir y vivir del Rey, más de una vez con sincero cariño pronunciaban el nombre de Armada, según ellos, de un corazón humanamente comunicador, entre tantos otros servidores distinguidos de la Casa Real... «Aún no entiendo lo que pasó el 23-F»… Ahora, después de esos suceso de todos conocidos, «acabado todo», proclama: «Ahora tengo la estima de la gente y antes no la tenía»... Don Alfonso, ésos son «tropezones» de la vida, y la estima, como la amistad, es única... pero qué podría decirle a usted que viene de regreso en tantas cosas. Creo que quienes lo conocieron y le conocen de veras, de ellos tiene la estima, como la que este ignorado, desconocido servidor, hijo de la América india, le ha tenido, desde el primer momento (hace treinta y dos años), en que recibí la carta citadina.

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