Democracia abierta
Leído el artículo "Corrupción y partidos políticos", donde su autor, don Jesús González Peña, nos explica perfectamente la causa de los males de nuestra democracia: nula separación de poderes; un sistema educativo elaborado sin generosidad ni consenso, y, por último, cito literalmente: "Si queremos una verdadera democracia, tenemos que exigir que se cambie inmediatamente el sistema electoral, con listas abiertas y posibles segundas vueltas entre los partidos más votados en la primera elección, pues el cuerpo electoral hace entre ellos su propia selección, reflejando mejor el sentir ciudadano". Siendo yo mucho más osado, y pensando que el bipartidismo no expresa la pluralidad de las voces que deberían oírse en el Parlamento, me permito diferenciar para la segunda vuelta entre: partidos y políticos; proponiendo estos puntos:
1) Presentación de listas abiertas por el partido, para luego marcar, en la papeleta del partido y por circunscripción, a un candidato. El voto del ciudadano pertenece a ese candidato marcado como su representante. El uso de ese voto es la responsabilidad del político marcado; la del ciudadano estará en la siguiente convocatoria de elecciones, con su evaluación de resultados.
2) Una vez elegidos los 350 diputados y constituido el Parlamento (como hasta ahora por las papeletas de partido, circunscripción y ley de D'Hondt incluida). En la segunda vuelta, el resto de los votados entregará sus votos (de forma pública) a alguno de los ya establecidos como diputados, sumándolos a los que ya poseen. En el Parlamento estarán, por tanto, contabilizados todos los votos emitidos por los ciudadanos y estos podrán identificar a qué diputado ha ido a parar su voto. Serán esos votos representativos los que voten; por tanto, votará el número de votos ciudadanos y no el número de diputados como hasta ahora.
3) Elegido el Gobierno, si sus miembros son diputados, renunciarán a su escaño (separación de poderes) pasando sus votos representativos y escaño a otro candidato elegido por ellos que fuese en su lista del partido (recuperando escaño y votos en caso de abandonar el Gobierno). Lo mismo ocurrirá con los miembros de la Mesa presidencial, que delegarán voto y escaño. Porque tanto el Gobierno como los miembros de la Mesa presidencial o gobierno del Parlamento no votarían las propuestas al Pleno por tener ya delegado (a no ser el presidente del Parlamento con su voto de calidad en caso de empate, caso muy difícil), pero, obviamente, sí lo harán en todos los demás asuntos de su cargo, para los que no habrá delegación posible.
Será el propio Parlamento, votando con los votos de todos los ciudadanos, quien establezca el método de votación para aprobar las leyes. Pero, personalmente, me inclino por este modo directo del número de votos ciudadanos y, en caso de empate, el presidente del Parlamento decidiría (previa consulta) la viabilidad o no de la propuesta de ley. De abstenerse, habría que establecer una nueva propuesta y votación más negociada (ésa sería su más alta responsabilidad y representatividad como presidente del Parlamento).
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