Hogar, dulce hogar: Los Nozales
Mi abuela Julia falleció en enero, justo a punto de cumplir 95 años. Los meses anteriores hubo de pasarlos en un centro para mayores, debido a que en mi casa surgieron diversos problemas de salud que impedían temporalmente atenderla como necesitaba. Mi abuela tenía una cabeza excepcionalmente lúcida, una innata fuerza interior y un gran (y peculiar) sentido del humor con el que tiraba hacia delante atravesando cualquier obstáculo; es por esto que el día que la dejamos en la residencia yo fui incapaz de contener las lágrimas, porque sentía que ella no pertenecía a un sitio así, una última estación tan deprimente. Tuve que confiar en su siempre asombrosa capacidad de adaptación.
Visitándola a diario, tardé sólo un día en ver que el lugar a donde la habíamos llevado era, más que residencia, una acogedora casa en un pueblo donde el personal empleado allí son esos vecinos amigables a los que conoces de siempre y que están pendientes en todo momento de las necesidades tanto físicas como afectivas de los vecinos más desvalidos. ¿Cómo podría describir la sensación que dejaron en mi padre y en mí todas las personas que allí trabajan? Si nuestra idea de una residencia era algo mucho más frío, de trato correcto pero aséptico y nos encontramos con que el lugar al que habíamos llevado a mi abuela parecía más bien una prolongación de nuestras amistades dispuesta a echar una mano.
Todo lo que pueda decir acerca de ellos se queda corto, nunca podré agradecerles lo suficiente la atención al milímetro y el muchísimo cariño con que trataron a mi abuela durante esos meses.
Así de joven como es el proyecto de Los Nozales en Gijón (no llega a los tres años de existencia), intuyo que no sólo crecerán en poco tiempo, sino que se convertirán en un referente a tener en cuenta por otros centros similares para los que la calidad del servicio signifique algo. Por eso quiero darle las gracias a la inolvidable Marisol (alma máter del lugar) y a Jose, a Eva (la jovencísima directora) y al resto de profesionales que trabajan allí, siempre con sonrisas y bromas (en especial a Belinda y Flor).
Porque no existe para mí mayor garantía que las palabras de mi abuela: aquí estoy como en casa, Sonina, ¡no puedo estar mejor!.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo