"No somos vasijas"
En relación con las declaraciones efectuadas por la directora del Instituto Asturiano de la Mujer durante la XII Edición de la Escuela Feminista “Rosario Acuña”, en las que manifestaba su oposición a los mal llamados o intencionadamente llamados “vientres de alquiler” (mejor utilizar la palabra “subrogación”), me tomo la libertad de erigirme en defensor de las mujeres y hombres que tienen que acudir a este tipo de técnicas. Lo hago desde la experiencia de tratar problemas de fertilidad desde hace treinta años.
Con la subrogación está ocurriendo lo mismo que con la fecundación in vitro, denostada durante años, hasta que la sociedad la asumió como una técnica medica que ayudó, ayuda y ayudará a ser madres a millones de mujeres en el mundo.
Quizás se deberían meditar más las declaraciones públicas de personas influyentes en la sociedad conociendo la realidad del problema antes de manifestarse.
A ninguna mujer le apetece que “su bebé” sea engendrado por otra mujer, sólo la incapacidad para poder gestarlo la lleva a tomar la decisión de la subrogación.
Existen miles de mujeres (pudiera ser nuestra hija y quizás haría cambiar nuestra opinión) que nacen sin útero o tienen enfermedades que pondrían en grave riesgo tanto la salud del hijo como la suya. Son mujeres de este tipo las que acuden a la subrogación.
La mujer que va a llevar dentro de su útero un embrión procedente de un óvulo y espermatozoide ajenos es una mujer que altruista y LIBREMENTE presta sus órganos reproductivos. Son, por lo general, mujeres que ya han tenido hijos y que desean ayudar a otras mujeres, ya sea por ideas de solidaridad o por motivos ideológicos. Ha habido opiniones de profesionales médicos con gran experiencia en el campo de la medicina de la reproducción que abogaban por la subrogación dentro de la propia familia. La idea era “¿quién mejor que tu madre o hermana fueran las personas que llevaran a tu hijo en su vientre?”. En principio parece una idea descabellada, pero habría casos en que sería lo óptimo.
Otra cosa distinta sería la explotación de una mujer por motivos económicos, pero estos casos son minoría y en países donde no está bien controlada la subrogación.
Es cierto que se mueve mucho dinero con la subrogación. Intervienen abogados, psicólogos, clínicas de fertilidad donde se realiza la fecundación in vitro, ginecólogos que hacen el seguimiento del embarazo, manutención y vestimenta de la mujer gestante a lo largo de todo el embarazo, controles posteriores al parto, la propia mujer que llevó durante nueve meses el embarazo recibe una compensación por las molestias ocasionadas (al igual que reciben otras donantes como las de óvulos o espermatozoides), etcétera. Todo esto conlleva sumas importantes de dinero al tener que ser costeado por la pareja. Además hay que añadir, en el caso de las parejas españolas, los costes de desplazamientos. Cuando en España se legalice la subrogación, cosa que ocurrirá más pronto que tarde, estos costes se verán reducidos drásticamente, ya sean costeados por la propia pareja o por la sanidad pública.
Ni son vasijas ni son cosas, sino personas solidarias como ustedes que pertenecen a movimientos que durante muchos años vienen defendiendo los derechos de las mujeres. Quizás una reflexión sobre este tema que afecta a muchas mujeres que están esperando apoyos como el de su organización les haga cambiar de parecer.
Dr. Carlos García-Ochoa del Fresno
Andrólogo-embriólogo senior, Oviedo
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