Orgullo gay
Yo no estoy ni dejo de estar orgullosa de ser heterosexual.
Respeto todas las tendencias sexuales, siempre que sean practicadas en libertad y respeto mutuos.
Entiendo el orgullo gay como el orgullo de toda la sociedad de tener normalizado un proceso de integración y de no persecución por cualquier causa ya sea sexual, religiosa, de libertad de expresión, pensamiento, raza, etcétera.
Comprendo las manifestaciones de hace años en las que era importante la reivindicación de unos derechos que todavía no eran realmente reconocidos.
Pero ya no estamos en esa situación, hoy en día, salvo raras excepciones, las tendencias sexuales de cada ser humano, en la mayoría de los países (hay algunos en los que todavía se considera delito, ahí sí siguen teniendo sentido la lucha y la reivindicación), son cuestiones personales que no afectan a la vida en sociedad.
Por eso, ya me sobran ciertas manifestaciones públicas de algunos miembros de colectivos homosexuales que todavía siguen en tiempos pasados. No veo la necesidad de poner banderas arcoíris en los ayuntamientos, ni de hacer públicas manifestaciones sobre las tendencias sexuales de cada uno, o, si aceptamos eso, también aceptemos que mañana nuestros ayuntamientos se vistan con la bandera de los discapacitados o de los inmigrantes o de las señoras que van con el carrito a la compra.
Normalicemos de verdad las cosas, no usemos incorrectamente lo conseguido, no juguemos al juego de la utilización política de lo que ya no tiene lógica estar reivindicando, puesto que ya es tan común y tan justamente normal como cualquier otra cosa.
Los derechos de los homosexuales, en mi modesta opinión, están tan arropados como pueden estarlo los de cualquier otro colectivo, es más, yo diría que deberíamos dejar de hablar de colectivo, simplemente cada uno en su esfera personal es homosexual o heterosexual o bisexual o loqueseasexual, como uno puede ser rubio, moreno o pelirrojo.
Si en algún caso se produce indefensión o se pisotean sus derechos, que se defiendan y se exijan, como ser humano, en cualquiera de sus facetas, repito, en cualquiera de sus derechos como ser humano.
Hay que dar pasos hacia adelante en la sociedad, lo ya conseguido, lo ya normalizado, bien está, miremos hacia tantas cosas que todavía necesitan de nuestra voz, de nuestra reivindicación, de nuestra ayuda.
Exagerar las situaciones suele llevar a que pierdan su valor.
Ya hay los mecanismos necesarios para defender situaciones de discriminación sexual.
El día del orgullo gay puede tener sentido todavía para algunas personas que comprendo hayan sufrido lamentables situaciones que incluso les marcarían de por vida: mi reconocimiento más cariñoso hacia ellas. Pero cuidado con convertir algo serio e íntimamente trascendental para muchos en una pantomima.
Cuando una parte de la sociedad durante años ha estado reprimida, oprimida y ha tenido que vivir su verdad en silencio y en cautividad es lógico que se celebre con una explosión de alegría el momento en que cambia todo eso y se puede gritar al mundo. Pero una vez conseguido, insistir en ese tipo de exclamaciones públicas puede llegar a cansar, incluso a los que un día lucharon tanto por ello.
Mi homenaje desde aquí a todos los que vivieron duramente la represión y el aislamiento en cualquiera de sus facetas y por cualquiera de los derechos a los que toda persona puede verse injustamente sometida a su privación.
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