Grecia, Europa, sentimiento e instinto
La genial Mafalda grita hacia fuera: «¡No tengo por qué obedecer a nadie, mamá; yo soy un presidente!». Desde fuera le llega la respuesta: «¡Yo soy el Banco Mundial, el Club de París y el Fondo Monetario Internacional». Después de «Mafalda» veo un vídeo: en él una mujer atlética es abrazada por una leona que la come a besos y caricias. Un amigo me comenta: «Esto no es una reacción instintiva, es una demostración de sentimiento, aunque todavía queda mucha gente que no cree en los sentimientos de los animales», y aprovecha la ocasión para maldecir a los que matan animales por placer, sean presidentes de bancos o reyes... Todo esto me conduce a la reflexión sobre la importancia del sentimiento y del instinto en el animal humano. Si dejamos que el instinto nos ciegue, nos convertimos en fieras posesas de locura. Por eso es tan importante desalojar la locura del miedo instintivo, y así poder desarrollar sentimientos de calma, sentimientos más acordes a ese diálogo que, con la educación, irá cambiando las cosas. El problema surge cuando llega el gran conflicto acompañado de sentimiento y dolor, entonces, con todos los instintos a flor de piel, se busca menos dolor y desesperación. En esa tesitura, aplastado todo sentimiento de empatía, la equivocación siempre se hará patente entre ambos bandos, y así, sin comprensión alguna entre ellos, se perjudicarán ambos.
Don Pedro de Silva suele decirnos: «Donde haya un gran conflicto, pon una pequeña urna». En el caso del cazador y su presa, la maldición nos perseguirá siempre; en el caso del vídeo de la mujer y la leona, podríamos colegir que si sacias a la leona sin que quede hambrienta de sus necesidades básicas, podrías bailar con ella por muy pesada que sea su carga. ¿Qué ocurriría si la leona está hambrienta, angustiada, encerrada en un corralito mientras tú quieres acaparar más y más de todo lo que ella necesita?, y sólo porque legalmente es tuyo y te lo debe. Sí, ya sé, tú también sientes la necesidad de acaparar para no temer al futuro; pero: ¿habrá futuro?, ¿bailaría la leona contigo hambrienta? Si la leona quiere ser libre, debe cazar para alimentarse. Esa señora atlética que baila con la leona tiene pinta e instinto de domadora, la alimentó y sació, y ya en el corralito, ahora baila con ella. Se equivocan las dos.
Sí importa la economía: de los dos cónsules de la República romana, uno salía con legiones a conquistar riqueza; de entre las tribus celtas, los que no eran primogénitos, salían al pillaje formando bandas; de entre los vikingos del norte, mujeres y hombres, salían a navegar en busca de saqueo y botín. También importa evitar guerras y establecer buena política. Carl von Clausewitz decía que la guerra es la continuación de la política por otros medios; si cerramos el círculo, diremos que la política es la continuación de la economía por otros medios, y la economía la continuación de la guerra por otros medios. Alemania, reunificada, continúo; China, y un conflictivo siglo XX, también. Lo de Grecia es como para reflexionar seriamente sobre qué queremos de la Unión Europea. En Ecuador, en medio del paralelo máximo, pueden darnos pautas a seguir. ¡Todos están pensando en los huevos de oro! Pero... ¿quién piensa en la gallina?
Las leonas cazan lo justo durante del día y, saciadas, beben al atardecer junto a las gacelas; las gacelas, desde el amanecer, deben estar corriendo.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo