Amigos, que la palabra "hermanos" se queda corto
No solía acostumbrar a escribir para personas queridas, por la simple razón que a veces las palabras pueden quedarse tan cortas a lo que esas personas significan para nosotros, pero hay situaciones en las que esa persona necesita esas cuatro palabras de aliento.
He conocido muchas personas a lo largo de mi vida. Quizá demasiadas. Es verdad que algunas llegaron a ella para convertirla en pequeños abismos, pero nunca me arrepentiría de conocerlas, porque sin quererlo, me enseñaron a derribar muros.
Cada decisión, cada persona, cada error y cada momento que he vivido me ha llevado a ser hoy quien soy. Quizás ambiciosa, testaruda, compleja o demasiado buena con las personas, pero no me arrepiento. No me arrepiento de ayudar a nadie, y menos si es alguien que quiero, porque aunque la gente me riña por tomar caminos que no debería tomar, me ayuda a enseñar a los demás, incluso a mí misma.
No me arrepiento de decir que si tengo que meterme en lodo para sacar a alguien a quien quiero, metería primero la cabeza y luego los pies, porque eso es lo que hacen las personas por quienes quieren. Luchar.
Una de las personas que conocí por casualidad fue mi mejor amiga, mi hermana de distinta madre, mi mayor apoyo, el pilar de mi vida, dicen, pero yo digo que no hay palabras para describir cuando alguien como ella se convierte en algo más que tu familia. Y tengo la grandísima suerte de saber que por muchas errores, muchas decisiones mal tomadas o momentos malos estará a mi lado, para derribar los muros que un día alguien dejó cubiertos de lodo.
Quizá deciros que para mí es una heroína puede sonar a demasiado, pero es la verdad, porque a pesar de lo mucho que la riño, siempre ha conseguido sacar fuerzas debajo de las piedras para levantarnos a las dos cuando las cosas se ponían enfermas. Y muchas veces se convertía ella en la psicóloga sin licenciar.
¿Es eso una mejor amiga? No, la mía es mucho más.
Todos contamos en nuestra vida con alguien así. Alguien que pasa a ser parte de tu familia, que tu madre la quiere más que a ti, que su madre te acoge en su manto. Alguien que convierte las lágrimas en carcajadas. Alguien a quien le cuentas cada situación extraña, complicada y errónea de tus días tontos, y aun así te hace creer que lo que haces está bien. Alguien que con una mirada ya te conoce. Alguien que cree en ti cuando el resto del mundo sigue con los ojos cerrados. Alguien con quien no tienes secretos de nada. Alguien como ella.
Podría deciros lo maravillosa que es, pero seguro que muchos dirían que es cabezota, luchadora o compleja, algo como yo, pero sin ser demasiado buena (bueno sólo con quien realmente quiere).
No suelo ser una persona demasiado cariñosa o demasiado "ñoña", quizás expreso cómo soy, o cuánto quiero a las personas, mediante las palabras, que son mi mejor arma, algo que ella hace al revés, es demasiado cariñosa, hasta tal punto que me deja sin respiración cada vez que me abraza. Aunque qué se le va hacer, esa es la parte de las amistades verdaderas.
Opuestas, pero iguales, porque sé que si ahora mismo le dijera de escapar, huiría conmigo sin pensárselo dos veces.
Y por eso la quiero tantísimo.
Y no podría haber deseado mejor hermana postiza en la vida, porque pienso tenerla toda la vida.
Va por ti, compañera de vida, de momentos, de lágrimas, de nombre, incluso de mes para el cumpleaños, pero te seguiré sacando doce días siempre, querida Carolina Alonso Mata.
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