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Al señor Arzobispo y sus cambios

7 de Julio del 2015 - M.ª Esperanza de la Torre González (Oviedo)

Estimado señor Arzobispo:

Mi nombre es M.ª Esperanza de la Torre González, feligresa de la parroquia de San Lázaro del Camino desde hace 46 años, pues son los que llevo vividos. Desde siempre he pertenecido a esta parroquia, comenzando mis primeros rezos y mis primeras catequesis en el Ave María, donde me bauticé y comulgué. Luego, más tarde, con don Celestino y su gran trabajo conseguimos el templo que hoy disfrutamos.

Me casé, bauticé a mi hijo e hizo su primera comunión como yo lo había hecho, con don Celestino. Ese mismo año, con sorpresa, nos enteramos de que dos nuevos sacerdotes han sido adscritos a nuestra parroquia. Con algo de incertidumbre recibimos a don Antonio y a don Diego.

Hemos disfrutado de nuestra parroquia estos cuatro años, todos, niños, mayores y jóvenes; la parroquia ha ido creciendo como nunca lo había hecho antes y el trabajo de don Diego con nuestros pequeños ha sido excepcional. Los grupos han ido surgiendo casi solos y poco a poco nos hemos ido implicando todos, en mayor o menor medida, con este gran proyecto al que don Diego y sus feligreses hemos dedicado mucho tiempo y emoción.

Para mi sorpresa, me entero el 2 de julio de que don Antonio y don Diego ya no van a estar con nosotros. No entiendo nada. No comprendo, ni creo que pueda tratar de explicarme cómo puede apartarse a los niños y a la juventud de nuestra parroquia de don Diego, que ha ido llenando la iglesia domingo tras domingo. Pendiente de los problemas y situaciones de cada uno, implicado y esforzándose día a día para abrir nuevos caminos.

Desde luego, usted es quien manda, pero no creo que pudiese explicarme las razones de esta decisión, que más me parece un puñetazo en la mesa que una decisión consensuada.

No creo que me quiera hacer creer que esta parroquia, para la que nadie miró en 30 años, salvo su párroco don Celestino, digo nadie del Arzobispado, sea ahora, que está empezando a resurgir, el momento de un cambio.

¿Cree usted, don Jesús, que se puede triplicar el número de asistentes a la misa de doce, la de los niños, en apenas tres años? Pues don Diego lo ha hecho y, no sólo eso, ha conseguido que esa misma misa la disfruten niños, jóvenes, adultos y ancianos.

No tengo nada que objetar al nuevo párroco, al que no conozco, pero quiero hacerle llegar mi sentir y el de muchos parroquianos, que no entendemos por qué a nosotros.

¿Se ha dado usted una vuelta por algunas otras parroquias? Eso sí, sin avisar, porque si no el aforo no será real. Pues mi consejo sería que de vez en cuando, como nuestro Papa Francisco, se ponga usted los pantalones de cura y vea cómo está nuestra iglesia. Y aproveche también para darse una vuelta por alguna del Oriente, que desde hace diez años sigue sin evolucionar y a la que cada vez acude menos gente, pero supongo que eso no es importante.

Y otra cosa más; sería interesante evaluar cómo está cada iglesia y la cercanía de sus párrocos a los feligreses. A lo mejor así tendría algo más de información.

La parroquia de San Lázaro se ha entristecido mucho con la noticia. No espero que cambie de opinión, pues de sobra sé que nunca lo ha hecho. Pero sí que reflexione y piense que don Diego entiende a los niños y a los jóvenes, están a gusto con él y ninguno hasta ahora les ha dado la cercanía y el acogimiento que él les ha dado.

Los niños de nuestro cole, el Santo Ángel de la Guarda-FEC, que tantos momentos ha compartido con don Diego y con don Antonio, también se llevarán una ingrata sorpresa a la vuelta de vacaciones.

Sin más, y agradeciéndole la atención prestada y comunicándole que enviaré también esta carta a otros medios, me despido atentamente, no sin antes rogarle a Dios que usted encuentre, en la oración, respuestas más adecuadas, sin tantos daños "colaterales".

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