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La carrera de los profes II

14 de Septiembre del 2009 - Alejandro Álvarez López (Oviedo)

En carta del 4 de septiembre una compañera profesora de Secundaria manifestaba su modesta opinión respecto al asunto de los pagos (debidos o indebidos) por la carrera profesional de los funcionarios. Dado que esa compañera es la responsable en su centro del programa de desarrollo de la competencia comunicativa, no me cabe ni la menor duda de que sabe, al menos tan bien como yo, que la comunicación se construye no sólo por lo que decimos sino por las implicaturas (o interferencias) que dejamos traslucir en el propio acto comunicativo. Por eso resulta llamativo su atrevimiento al plantear el texto como una contraposición binaria tendenciosa entre los que firmaron y los que no lo hicimos (casi todos firmamos y empezamos a cobrar un dinerito. Los que no lo hicieron, a través de sus organizaciones sindicales, denunciaron esa percepción como indebida, dice), introduciendo afirmaciones (no he tenido jamás la tentación de abrir mi horizonte profesional hacia un cometido distinto, ni próximo ni lejano, de la docencia. Soy profe y me gusta serlo) que partiendo de esa dicotomía que recorre el texto pretenden (por una inferencia evidente) atribuir bondades a unos (los firmantes) e intenciones espurias a otros (los no firmantes) como si todos aquellos estuvieran entregados en cuerpo y alma a la labor docente y todos estos pensaran sólo en otro horizonte profesional. Desde luego yo nunca me atrevería a sugerir que todos los firmantes representan la vocación docente y los no firmantes el deseo de huida del aula. Más aún, el análisis de la realidad del conjunto del profesorado (firmante o no) echaría por tierra cualquier planteamiento dicotómico como el que sugiere la compañera, con afirmaciones en las que (también por clara inferencia) parece acotar el campo del trabajo duro a unos (¿los firmantes?), dejando a los otros en el bando de la desidia profesional. Le sugiero que estudie lo que sucede en su centro para confirmar que tal maniqueísmo carece de todo fundamento.

La presentación maniquea alcanza su punto culminante en dos afirmaciones que resultan incluso más tristes. Las razones para ello [firmar la carrera profesional] eran claras y lícitas, mientras que Las razones para no hacerlo eran expuestas por personas que suelen hablar más como políticos que como profesores, lo cual (clara inferencia de nuevo) quiere decir que las razones para no hacerlo eran oscuras e ilícitas. Además, esta compañera quiere trasladar la carga connotativa negativa que el término políticos tiene entre la ciudadanía a los cerca de dos mil profesores y profesoras que, por razones muy fundadas, no firmaron la carrera. Tal enfoque parece surgir, sin duda, más del ansia por cobrar que por el análisis sosegado de lo que representa la situación en la que nos habían metidos los hacedores del desaguisado, un desaguisado que fue confirmado nada más y nada menos que por el TSJA, algo que la compañera ni siquiera se para a valorar, quizás porque las ansias no controladas nublan el entendimiento, que diría el sabio. Más aún, y ésta es la segunda triste afirmación, se atreve a afirmar, desconociendo absolutamente la realidad, posiblemente por la mediación interesada que se hizo del asunto, que los que no lo hicieron [subrayo para que se entienda porque me refiero a la dicotomía que esta compañera hace en su carta, cuya lectura recomiendo], a través de sus organizaciones sindicales, denunciaron esa percepción indebida. Tal aseveración contiene en sí dos falacias claras: primero, porque los recurrentes lo que pretenden no es que no se pague tal cantidad a quienes ya la perciben, sino que se pague a todos (entre otras razones por la deshomologación que sufre el profesorado asturiano respecto a otras comunidades) sin atarse a algo que estaba totalmente indefinido y suponía firmar a ciegas; segundo, porque los denunciantes no recurrieron el pago (que se reivindica) sino la resolución, que, sin base legal, nos obligaba a firmar algo que no había sido negociado ni se sabía en qué iba a consistir (no es casualidad que el TSJA nos diera la razón). Además debiera saber que el pago fue una conquista (acuerdo de diciembre de 2006) de esos sindicalistas a los que se refiere con desprecio, quizá porque el desconocimiento le impida recordar no sólo que muchos de los avances de sus nóminas se deben a la lucha de esos puretas (término suyo), sino también que la lucha (y la sangre) de muchos sindicalistas hizo posible que ella (y nosotros) tenga Seguridad Social, vacaciones pagadas, derechos laborales, mejoras sociales y otra amplia nómina de conquistas. No, compañera, nosotros no queremos dejar sin juguete a nadie, sino que todo el mundo lo tenga, y además (lo cual es mucho) que todo el mundo sepa a qué puede jugar con él para decidir con conocimiento, que el es el fundamento de la libertad, los términos de la partida. Vale.

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