Lecciones gratis
El pasado 20 de junio publicó este diario una carta (respuesta a otra mía sobre el tema de la lápida de Noreña) cuyo autor muestra su imprudencia al pretender, arrogantemente, impartir lecciones gratis. A este maestro gratuito debo decirle:
primero: no tergiverse mis palabras para justificar las suyas. Válgase de sus propios recursos.
Segundo: asegura usted que el bando ganador era más fuerte. No es frecuente que unos sublevados sean más fuertes que un Estado con casi toda su estructura. Infórmese mejor sobre los efectivos de cada bando en cada uno de los tres ejércitos, los apoyos externos y las disponibilidades económicas.
Tercero: decir que los ganadores cometieron más atrocidades es discutible, pero asegurar que institucionalizaron la venganza, si bien no es exacto, es descubrir la pólvora. Así es, maestro, la relación (cada vez menos tolerada) entre vencedores y vencidos desde la Prehistoria. Los vencedores no suelen regalar rosas a los vencidos, tampoco el bando republicano si hubiese ganado.
Cuarto: comparto su opinión de que actualmente hay revanchismo por los que usted llama "los del otro lado", pero esa actitud no es admisible en democracia. Sí al reconocimiento a los injustamente olvidados, a los derrotados; no a la venganza.
Quinto: justifica usted la discriminación positiva hacia los vencidos. Maestro, discriminación positiva es discriminación a secas. El adjetivo positiva se añade para su mejor venta a los inocentes. Si es positiva para unos, es negativa para otros, y es nociva cuando se hace con ánimo de venganza. Durante la dictadura franquista muchas mujeres debían dejar el trabajo por el simple hecho de contraer matrimonio, beneficiándose de ello los varones. Discrimínese usted, eso sí, positivamente, y renuncie a su puesto de trabajo en favor de alguna mujer.
Sexto: que en Alemania no haya calles dedicadas a Hitler no me dice nada, aquí tampoco las hay a Franco. Sí las hubo, como también las habría habido en Alemania si Hitler hubiese ganado. Pero sepa usted que en Alemania tampoco las hay dedicadas a terroristas (Baader Meinhof) y aquí sí. Respecto a Mauthausen, es una lástima que, aplicando sus propios argumentos, aquí no hayamos conservado alguna checa, también por motivos pedagógicos.
Séptimo: desear que desaparezca para siempre toda huella del régimen franquista, como las de cualquier otra etapa histórica, es una barbaridad. Irónicamente solicitaba yo en mi carta la demolición de La Laboral. También podríamos derribar la Seguridad Social universal, la RTVE, el aeropuerto de Asturias, la Autovía "Y" y hasta la sede de la UGT en Oviedo. Con su manera rencorosa de pensar, hoy no tendríamos ni acueducto de Segovia, ni Mezquita de Córdoba, ni Palacio Real en Madrid, ni castillos, puesto que todo ello son huellas de etapas muy poco democráticas impuestas a sangre. ¿Le molesta la placa de Noreña y no las placas y estatuas de sangrientos emperadores romanos y reyes que hay por toda España? ¿Acaso eran más democráticos o menos temidos que Franco? ¿Hay que acabar con todo vestigio anterior a la democracia?
Maestro, no me extraña que sus lecciones sean gratis, difícil sería cobrarlas. Honestamente, no valen ni 50 céntimos.
Y como LA NUEVA ESPAÑA es algo más serio que un lugar para jugar al ping-pong entre lectores, doy por zanjado el tema. Adiós, maestro, quédese con su reducida visión de la Historia.
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