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A ti, hijo, que aún tienes padres

9 de Julio del 2015 - José Antonio Gutiérrez Glez. (PIEDRAS BLANCAS)

Navegando por internet, en ocasiones se repescan noticias que por su contenido humano, o inhumano más bien, tienen un alto precio y merece la pena ser divulgadas. Como es lógico en este caso para sonrojo de alguien.

Terrible noticia. Ocurrió en la provincia de Orense. Un adolescente de 14 años le dio tal cantidad de golpes a su madre, que ésta ante la gravedad de las heridas ocasionadas por el chico, precisó ser operada de urgencia. Por desgracia, no se trata de un hecho aislado, pues las agresiones de menores en el entorno familiar, alarmantemente, están aumentando mucho en nuestro . Obviamente no se puede no se puede pretender que sea únicamente la Justicia, con mayúscula, quien soluciones este tipo de problemas, pues en infinidad de casos, estos pequeños cafres, por su condición de menores la reprimenda pasa a ser casi, casi testimonial.

Generalmente los padres, dentro de sus posibilidades, se desviven por sus hijos y luego, cuando se hacen mayores, también lo hacen por los nietos, pero cuando ellos enferman y necesitan ayuda, compañía y , lo único que reciben de sus bien queridos hijos, la mayoría de las veces, es abandono, indiferencia y disgustos. Excesivos disgustos.

Expertos y profesionales que trabajan con menores en diferentes ámbitos han alertado del crecimiento de la violencia de hijos a padres en familias "normalizadas", es decir, que no están desestructuradas y tienen un nivel económico y cultural medio-alto.

¿Y quién tiene pues la culpa de que hechos como los narrados se estén sucediendo cada vez más en nuestra sociedad de hoy? No, no caigamos en el error de echársela a los educadores, a internet o al sursuncorda. Casos puntuales aparte, la culpa suele ser de unos padres que no han sabido decir hasta aquí hemos llegado y que optan por una permisividad llevada a límites insospechados con el fin de que sus retoños no les incordien.

Un padre nunca debe ejercer de colega ni ser el mejor amigos de sus hijos. Los amigos de estos ya los elegirán ellos. Pero el problema es mucho más que eso. Un padre es quien con grandes dosis de cariño, y no menos de disciplina bien entendida, tiene la obligación de guiar y encaminar a sus hijos en el cada vez más complicado proyecto de ser un ciudadano feliz y de provecho para la sociedad. Todo esto, una vez más quiero decírtelo a ti, hijo, que por suerte todavía tienes padre y tienes madre.

En definitiva, debes pensar que tus padres no son eternos y por ley natural se irán de este mundo antes que tú. Por eso, con alguna frecuencia debes visitarlos, abrazarlos, llevarles a sus nietos para que hablen y rían con ellos, aunque los abuelos en sus charlas repitan sus historias muchas veces. Igualmente, llévales en alguna ocasión un simple detalle por pequeño que éste sea. Trátalos, además, con mucha paciencia y mucho cariño. ¡Mañana puede ser demasiado tarde!

Ah, lo bueno que quieras hacer con ellos, hijo, por favor, hazlo ahora, en vida. Sigue este consejo y nunca te arrepentirás. Estoy seguro. Gracias, hijo.

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