Cinema Paradiso

15 de Septiembre del 2009 - Gonzalo Fernández Laso (Langreo)

Comienza la temporada de cine. Han pasado dos años desde la reapertura del cine Felgueroso de Sama y nada se ha hecho en este tiempo para reformar unas obras plagadas de torpezas y desatinos que repercuten en los espectadores y máxime cuando estos disparates, esta absurda y equivocada renovación, pagada con dinero público, obligaban a quienes correspondía realizar el trabajo un resultado satisfactorio. Ellos eran los encargados de revisar y analizar todas las incidencias posibles y corregirlas antes de la entrega del cine Felgueroso renovado, certificando el compromiso de su total calidad. No fue así. Los mecanismos de control o no existieron o estaban desactivados. A la vista está. El código de edificación elaborado por el Ministerio de Vivienda, normativa aprobada por el Gobierno, establece «las exigencias básicas de calidad, seguridad y habitabilidad tanto en los edificios destinados a vivienda como los que tienen cualquier otro uso, tanto nuevos como rehabilitados y teniendo muy en cuenta los aspectos vinculados al bienestar de las personas». La Unión Europea también lo contempla en la directiva 85/384/CEE, donde se resalta la calidad en la creación arquitectónica. Esto supone la existencia de organismos responsables de la marcha, ejecución y control del proyecto con el único objetivo de lograr un final de obra correcto. ¿Qué departamento u oficina técnica entregó al Ayuntamiento de Langreo el certificado definitivo del cine rehabilitado sin detectar tantas anomalías? ¿Fue suficiente un simple ojeo a las salas del Felgueroso o el currículum de premios del arquitecto autor del proyecto para firmar un pagaré de ¡222,5 millones de pesetas! (1.334.997 euros)? ¿Fue éste el coste real de las obras o fue más? Los responsables de la ejecución y control de los trabajos, así como también las empresas colaboradoras, tienen la obligación por ley, derivada de la normativa, a restituir al cine las condiciones que siempre tuvo, teniendo muy en cuenta todos los aspectos vinculados al bienestar de las personas que, en este caso, aquí se incumplen. Ya hubo reclamaciones al Ayuntamiento por accidentes.

Cuando, allá por 1959, el cine se inauguró hasta su cierre en febrero de 2002 gozó de un notable éxito comercial y nadie detectó ningún defecto. El arquitecto samense Juan José Suárez Aller, sin métodos informáticos, digitales o virtuales (no existían), sólo con el gran conocimiento de cálculo integral, resolución de cremonas de resistencias de materiales y cálculo diferencial, papel y lápiz resolvió todos los problemas geométricos y matemáticos que entrañaba la forma elíptica del edificio sin cometer error alguno. Hoy día todo resulta más fácil. El ordenador procesa la obra a realizar, lo que facilita ver virtualmente todo problema antes de llevar a la realidad el trabajo. ¿Cuántas veces planos extendidos sobre una mesa fueron mostrados a la señora alcaldesa complaciéndola con las excelencias de lo que iba ser el futuro cine Felgueroso? Poner negro sobre blanco es fácil. El papel lo aguanta todo. Aparentemente parecía correcto lo dibujado, pero la realidad no es así.

Bien... ¿Qué hacemos con este desorden? Existe un ejemplo a seguir: Venecia, otoño 2008. Se inicia el famoso Festival Internacional de Cine («La Mostra»). Llegan a esta maravillosa ciudad miles de turistas de todo el mundo atraídos por los estrenos cinematográficos que allí se presentan. La Comuna de Venecia aprovecha el evento para inaugurar un espectacular puente que une las orillas de uno de sus canales. Esa pasarela es obra del famoso arquitecto español Santiago Calatrava (premio «Príncipe de Asturias» de las Artes 1999). Su belleza es aprovechada por miles de turistas como fondo o decorado en sus fotografías. La gente utiliza su travesía como una parte más del recorrido turístico. El puente de Calatrava, junto con los dos o tres más clásicos, es el más visitado por su estructura artística, moderna y atrayente. Pero... ¿qué sucede? El suelo es deslizante, presenta altibajos, hay errores y fallos en su estructura. Para la gente no es cómodo su paso, se cae, hay accidentes. La Comuna (Ayuntamiento) de Venecia lo cierra al público y exige al arquitecto español Calatrava una corrección inmediata de todas las partes que originan molestias o que presentan deficiencias. La rápida intervención de las autoridades venecianas supuso no consentir que el elevado coste del puente quedase sin la utilidad para la cual había sido hecho. Recientemente el periódico italiano «La Repubblica» difundió... «que para su uso se recomienda que sea controlado de forma continua para asegurar que cumple con los niveles mínimos de seguridad». Las pruebas que se han realizado en el puente «evidencian no pocos aspectos oscuros» y la Autoridad considera que... «se puede perder repentinamente su funcionalidad».

¿Qué pruebas se han realizado en el cine Felgueroso para subsanar errores? ¿Perderemos también nosotros su funcionalidad por su insoportable incomodidad? Estamos en este camino: el patio de butacas por sus desaciertos hace inaguantable la sesión de cine. El entresuelo, por la nulidad de sus muchas localidades, tiene reducido su aforo a más de la mitad, a esto hay que añadir el ascensor, el pequeño cine de la segunda planta y la exposición permanente de cámaras, sin utilidad alguna. ¡Cuánto dinero perdido!

Decididamente, señora alcaldesa, usted no es culpable de este desatino. Esta adversidad no debe nublarle la inteligencia y la conciencia. La honradez y esfuerzo, en este caso, la liberan de toda condena. Se deben rectificar anomalías para que nadie piense que la aceptación de las obras, el silencio y la obediencia son el principio de un beneficio político. La lógica y el derecho indican el camino a seguir. No confundir el deseo, políticamente interesado, de que todo está perfectamente bien porque quien hizo el proyecto es un técnico muy premiado y galardonado (Calatrava también lo es, y mucho más, y erró). La realidad es distinta al deseo y está cargada de errores que pueden demostrarse. Prueba fehaciente de que la teoría del diseño inteligente falla y, en este caso, mucho. ¿No es natural que directivos, técnicos o políticos asuman su responsabilidad tras un fracaso sonado y dimitan?

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