De alforjas y Sísifo
El pasado día 8 de febrero, con motivo de las negociaciones entre Grecia y Bruselas, me atrevía a escribir lo siguiente: la verdadera batalla de Grecia no es con Bruselas. Como toda tragedia griega, lo es consigo misma. Mejor dicho, la batalla con Bruselas la tiene perdida porque los actuales dirigentes europeos no entienden de solidaridad, han vuelto al Mercado Común de los setenta, pero aderezado de neoliberalismo, y se han olvidado de los ideales que posibilitaron la creación de la Unión Europea. Para los burócratas de Bruselas, Grecia tiene que pagar y cumplir sus compromisos. No hay diálogo posible y Varufakis lo sabe. En este punto, mi opinión personal es que Grecia, si quiere mantener la "areté" (la dignidad) debería someter al pueblo griego a un referéndum para salir del euro. La vuelta al dracma le permitiría tener una política monetaria propia y manejar los procesos de devaluación de su moneda acorde con la reconstrucción del país. Será dura y larga, muy larga su salida del lodazal en que la metió una clase política corrupta. Tan dura y larga como le ocurriría de seguir en el euro bajo la vigilancia de Bruselas, pero al menos recuperando la "areté" (M. Noboa: "Tragedia griega", 08/02/2015).
Hoy la situación de la sufrida Grecia es peor que entonces ya que a la tragedia diaria por sobrevivir hay que añadirle la decepción. No, no era esto lo que votó el 61 por ciento de los griegos el pasado día 5 de julio en un referéndum que nunca debió convocarse si no se tenía la firme convicción de seguir adelante con el mandato popular.
Alexis Tsipras, que tenía el apoyo popular mediante el contundente triunfo del "oxi", más el apoyo de todas las fuerzas políticas del Parlamento, con excepción de los neonazis de Aurora Dorada, antes de partir a Bruselas, inesperadamente y ante el asombro del mundo, decide aceptar las condiciones más duras de la Europa germanizada para un tercer rescate. No es fácil encontrar una explicación a lo hecho por Alexis Tsipras que tenga un mínimo de coherencia, teorías muchas, especulaciones muchas, pero lo cierto es que quedará en los anales de la Historia un episodio donde una vez más quien más ha perdido es el sufrido pueblo griego, con el agravante de sentirse engañado por quien le convocó a un referéndum para sentirse legitimado en Bruselas.
Para este viaje no hacían falta estas alforjas, a partir de hoy se repite la Historia. Grecia es Sísifo; como el personaje de la mitología griega, se enfrenta a la condena (de Bruselas) de cargar la roca de sus deudas y de sus errores por varias generaciones.
En el terreno político, a Tsipras no le queda otra alternativa que dimitir o convocar nuevas elecciones. Cualquiera de las dos opciones conllevará el desgaste de Syriza y se habrán esfumado montañas de ilusiones. Nueva Democracia y Pasok (verdaderos culpables de hacer cargar la roca a Sísifo) recuperarán votos y volverán al tablero político, porque los pueblos en situación de emergencia olvidan pronto su reciente pasado. Atentos también al crecimiento de Aurora Dorada (neonazis).
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