Lo mejor que me pasó en la vida
Esta carta es para felicitar el cumpleaños a uno de mis tres hijos; bueno, quizá debería decir uno de mis cuatro hijos. Hoy, día 26 de julio, es el cumpleaños de mi hijo mayor: Arturo cumple 35 años.
Desde el primer día de su vida ya se notaba que era un niño especial, un niño muy esperado y muy querido. Cuando fue creciendo nos dejó ver a todos lo grande y fuerte que era, pero no sólo era grande su cuerpo, también su corazón, su nobleza, su paciencia y su simpatía, y, sobre todo, era especialmente cariñoso. Era tan especial que el destino no tardó mucho en fijarse en él. A los 18 meses hizo su primer intento para llevárselo, otro intento a los 7 años y a los 17 años el destino ya no quiso esperar más y un maldito día 8 de noviembre mi hijo Arturo salió de casa y ya nunca más volvió. En su lugar, el destino me dio otro Arturo, igual de fuerte, igual de precioso, tan bueno, tan cariñoso, tan noble y paciente como el primero, pero con un montón de problemas, tantos que por mucho que luchó y luchamos toda la familia no pudimos salvarlo: el día 27 de julio hará ocho meses que mi segundo hijo Arturo nos dejó.
Quiero darle las gracias por tantas cosas que me enseñó, por toda la paciencia que tuvo y, sobre todo, por tanto cariño que me dio en todos estos años. También quiero pedirle perdón por no haber tenido más paciencia y porque en mi afán de recuperarlo sé que le exigía demasiado.
Cuidar de él es lo mejor que me pasó en la vida, jamás olvidaré a ninguno de los dos, sólo me queda la esperanza de que algún día, en alguna parte, sabe Dios dónde, nos volvamos a encontrar y que ya nada ni nadie nos pueda separar jamás.
Felicidades, hijo, te quiero muchísimo.
Me gustaría acabar esta carta dándoles las gracias a mis otros dos hijos, por todo lo que lucharon por su hermano, por todo lo que me ayudaron y me siguen ayudando; sin su apoyo no podría salir adelante. Soy una madre con mucha suerte.
Los quiero con todo mi corazón.
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