Cuba, libre
No nos referimos al metílico cubata, sino a esa querida isla caribeña, tan española, cuya libertad le fue secuestrada por dos salvajes dictaduras: la de Machado y Batista y la de los hermanos Castro. Un pueblo oprimido años y años, ante la vergonzosa indiferencia del mundo libre. Los EE UU, primero, respaldaron las primeras dictaduras, y con ellas sacaron buena tajada con su influencia y apoyo, y llegó un momento en que el Tío Sam mandaba en Cuba tanto o más que Machado y Batista. Bueno, obligado es recordar cómo los EE UU apoyaron e hicieron suya la insurrección de Cuba, con tropas y moderno armamento, como el famoso Winchester, por ejemplo. Nuestras tropas coloniales, en cambio, mal abastecidas, mermadas y casi abandonadas por aquel mal Gobierno de Madrid, terminaron sucumbiendo triste y dolorosamente, pero con el valor y heroicidad propios del soldado español. La impopular base de Guantánamo fue recompensa que obtuvo el Tío Sam y a perpetuidad. ¡Qué barbaridad!
La segunda dictadura, la actual, fue respaldada, ayudada y "amamantada" por la Unión Soviética, que con aquel tomate de los misiles, tuvimos la III Guerra Mundial a la vuelta de la esquina. Pero, afortunadamente, el tiempo todo lo cambió –y también el hombre: Obama, en este caso– y he aquí que el negro de la Casa Blanca, que es un tío y un gran presidente USA, se lía la manta a la cabeza e inicia el acercamiento a Cuba, por su cuenta y riesgo, contra viento y marea, acercamiento que son ya unas buenas relaciones políticas EE UU-Cuba, con asentamiento de las respectivas embajadas. Pero obligado es reconocer y recordar que antes que los presidentes Obama y Raúl Castro, fue el Papa Francisco quien inició ese acercamiento y les puso en contacto para ese gran logro de paz y entendimiento entre EE UU y Cuba. Ahora, como consecuencia, supresión del embargo a Cuba y, con igual reciprocidad, todos sus presos políticos a la calle, todos, para que el cambio sea completo. Un cambio, una transición como la nuestra y pelillos a la mar –el "inmaduro" dictador bolivariano que vaya poniendo ya sus barbas a remojar–, por una Cuba libre.
Y con un "cubalibre", un cubata, brindemos por ella.
Ricardo Luis Arias
Aller
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