Salud mental y humanismo
La llamada enfermedad mental en la sociedad española y asturiana sigue siendo en gran medida causa de violación de los derechos humanos y sociales para los que la padecen. Sin arrojarnos en brazos del victimismo más falso, es evidente que somos presa de prejuicios y miedos sociales muy arraigados, de inercias cronificadas que no palían nuestra problemática social y humana.
Así lo ponen de manifiesto las colosales cifras de exclusión laboral y, por ende, social; la falta casi total de recursos sociosanitarios realmente serios que vayan encaminados realmente a hacer realidad modelos públicos de rehabilitación psicosocial y cobertura de nuestras necesidades.
Máxime cuando una de cuatro personas, corrientes y molientes, atravesará una crisis mental o trastorno psicológico grave a lo largo de su vida.
La cobertura masiva que se hace desde los medios de esta problemática, por lo general, tratada de forma atrozmente sensacionalista, a modo de carnaza y casi nunca velando por la divulgación ajustada a criterios científicos y de calidad, también en ocasiones destruye implacablemente y de un plumazo muchos proyectos con horizontes e incluso vidas personales, selladas por un estigma tan facilón como injusto y de onerosa carga.
Es cierto que hay diagnósticos y diagnósticos. Que cada ser humano es un mundo. Pero la realidad es que interiorizamos el autoestigma y nos regodeamos en la conciencia infeliz, en las fronteras de lo no participativo, en la sumisión a una realidad terriblemente hipócrita y que no nos gusta, y en la dejadez del derrotado.
Pero no todo está perdido ni es desolación. Se han dado pasos de gigante. Existen humildes, valiosísimas e insustituibles asociaciones como Afesa o Hierbabuena; magníficos tratamientos asertivos comunitarios, por cierto. Magníficos profesionales humanistas, ideas renovadoras e ilusionantes, compartidas, proyectos biopsicosociales avanzados, esperanzadores.
A pesar de raquíticos y rancios planes de salud mental y abordajes, como digo, nada progresivos y que no contribuyen a despejar la nebulosa de oscurantismo.
Fiat lux.
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