Si las barbas de Grecia ves pelar...
Si uno se para un solo momento a reflexionar sobre lo que acabó pasando en Grecia y a la vez analiza las noticias a diario en los medios sobre lo que nos están haciendo aquí, es para tomar la primera nave espacial tripulada que salga rumbo a Marte y, sin billete de regreso, partir para no volver. Resulta que llevamos cuatro años de recortes y sacrificios de todo tipo, para -según nos dicen- ir cuadrando las cuentas públicas, y vemos que no sólo nuestro déficit público no baja, sino que cada año es más alto. Ya tenemos una deuda como nación nada menos que de 1,040 billones de euros, cantidad que representa la broma del 97,40 por ciento de nuestro PIB (producto interior bruto). Bueno, pues a pesar de la gravedad de lo anterior, estamos viendo cómo tanto desde los partidos de la oposición como de los denominados emergentes que aspiran a gobernar si son elegidos en las próximas elecciones nos dicen que la política de ahorro y recortes no les sirve y que lo que hay que hacer es gastar más, lo que supone -según mis cortas entendederas- seguir endeudándonos sin límite.
Para acabar de arreglar la situación y dar ejemplo de lo que no se debería hacer, cada día sale a la luz algún nuevo escándalo sobre corruptelas y trapicheos políticos, que nos dejan sin aliento. Y ni qué decir, cuando vemos las insultantes y vergonzantes cantidades que se embolsan algunos de los políticos mensualmente, cobrando por segunda y tercera vías. Vergüenza da ver que mientras miles y miles de españoles ya no tienen cobertura económica ni medio alguno de ganarse el pan, tengamos que ver que ciertos políticos tengan derecho a cobrar cantidades inmerecidas por haber sido presidentes autonómicos y, a la vez, cobren por ser senadores nombrados desde el propio poder de la política, sin someterse a la elección popular, sin más méritos que el de disponer de un piquito de oro y el carné de militante de un partido con posibilidades de conseguir el poder; incluso alguno, con un nivel de formación que si cada domingo tuviese que vender en el mercadillo del rastro aquello que fue capaz de fabricar durante la semana pasaría más hambre que un perro en el desierto.
Españolitos de a pie, o espabilamos o, en mi opinión, las vamos a pasar canutas. Basta de demagogos y trileros, necesitamos gente capaz, honrada y sin más ambición que la de ponerse al servicio del bien común. Todo lo demás es, a mi entender, palabrería vacía de contenido, para llevarse al personal al huerto y el agua a su propio molino, tal como nos vienen demostrando algunos de ellos desde hace décadas.
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