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Puertas de Europa y "programa FLIR"

20 de Julio del 2015 - José María Casielles Aguadé

Comencemos conociendo la realidad actual: Europa está siendo invadida por África, bajo la presión de mafias radicales y violentas situaciones políticas. Muchos europeos se sorprenden al conocer simples datos objetivos de población: Nigeria, 175 millones; Etiopía, 90; Egipto, 88; Congo, 71; Tanzania, 48, y así hasta los 1.100. Países, por demás, con un crecimiento explosivo.

Por otra parte, en la UE, que "es un gigante económico, un enano político y una larva militar", se pretende, como es tradicional, que mientras los anglosajones venden sus manufacturas y eluden responsabilidades, los latinos carguemos con los problemas de una inmigración desbordada, que objetivamente ha multiplicado la inseguridad ciudadana, los gastos sanitarios, los problemas educativos y que puede llegar a albergar y camuflar una quinta columna, larvadamente organizada en toda Europa como una estructura "durmiente", ligada al terrorismo internacional.

No menos sensibles y preocupantes son los gravísimos desastres de tráfico naval, vividos recientemente. Recordemos que el pasado 2014, la inmigración descontrolada trajo más de 250.000 individuos a Europa, de los que casi 18.000 murieron en la mar. Todo este variopinto espectro de problemas puede ser seriamente prevenido y aliviado con la operación y el programa que siguen.

Las puertas de Europa están en el Mediterráneo y deben ser perfectamente controladas. Los puntos más sensibles son Gibraltar y su entorno (costas andaluzas y levantinas); el canal de Sicilia y todo el sur de la Italia peninsular; otro punto clave es la isla de Creta, desde la que se controla el Egeo. Nosotros hemos de añadir a estas áreas una zona de especial interés nuestro y de indudable carácter geo-estratégico también para Europa, que es el archipiélago de Canarias. Los medios que se proponen para ello son los que se contemplan en el programa Flotas Ligeras de Intervención Rápida, "FLIR", concebido para: proteger y sellar las fronteras marinas; garantizar la seguridad en el Mediterráneo; la estabilización del norte y oeste de África; aportar ayudas humanitarias y asistenciales en casos de catástrofes físicas (terremotos), sanitarias (epidemias) y sociales (hambrunas); suministrar apoyos técnicos y culturales para asentar la población; controlar el tráfico naval; y reducir o eliminar los tráficos de drogas y de seres humanos. Todo ello, mediante despliegues navales rápidos (de 2 a 24 horas como máximo).

El estudio de operaciones orientadas tanto a los niveles de vigilancia de costas, protección de convoyes y, en general, a la seguridad naval ha puesto de manifiesto en los últimos meses de la II Guerra Mundial las capacidades tácticas de las unidades ligeras, integradas en flotillas. En este sentido, las opiniones de marinos ingleses, americanos y alemanes que sirvieron en estos buques en la citada guerra (1939-45) dejaron claras las posibilidades de estas formaciones, que, frente a los navíos más pesados, tienen indudables ventajas, hoy ampliables por el desarrollo de los misiles y los modernos drones para realizar tareas de exploración civil o militar. Ese criterio de versatilidad civil/militar es esencial.

Subtítulo: Los problemas de una inmigración desbordada

El grupo básico operativo sería la formación FLIR, constituida por una fragata actualizada, similar a las de la clase "Ramadán" ("Vosper Thornycroft") y nueve patrulleras catamaranes, es decir, de doble quilla; éstas últimas con tripulación de 14 hombres y el mismo formato básico, pero muy diversamente equipadas: una, como buque de apoyo táctico (petrolero ligero y taller), utilizado en misiones a media y gran distancia; otra, como un pequeño buque hospital o gran ambulancia naval medicalizada, y las restantes unidades, como lanchas rápidas o patrulleras con equipamientos variables (exploradoras/torpederas/lanzamisiles). Las ventajas de estas formaciones son claras: menor coste comparativo del conjunto frente al de un buque de mayor porte; reducción sensible de riesgos en personal y material; mayor operatividad; posibilidad de graduación y suma de efectos combinados; tácticas navales más flexibles para casa misión; mejores posibilidades de mantenimiento de los buques y menor tiempo de estancia en astillero. En misiones de guerra, gran capacidad de fuego de la formación: torpedos, misiles tipo "Harpon", de medio alcance (60 a 80 kilómetros), que permiten incluso batir objetivos del interior desde la costa, así como ataques a grandes buques. Las torpederas en tareas de vigilancia, se equiparán simplemente con ametralladoras. Cada una de estas unidades, provista de sistemas de radar de dirección de tiro y de exploración tendrá capacidad para vigilancia, desembarco de comandos, ayuda humanitaria, etcétera, que, obviamente, se verá notoriamente potenciada, actuando en flotilla. Está también claro que las unidades podrán operar en formaciones menores.

El desarrollo del programa de referencia supone la fabricación inicial de 90 lanchas patrulleras, para equipar diez flotas de intervención rápida (FLIR) con las siguientes características aproximadas de las unidades: 26-30 metros de eslora; 6,5-7 de manga y no más de 1,60 metros de calado, para poder operar en costas bajas, ríos y pequeñas radas; un desplazamiento en torno a las 100 toneladas y velocidad punta de 40-45 nudos mediante ejes propulsados por motores turbodiésel. El alto desgaste de estos motores aconseja la asistencia del pequeño buque-taller. La experiencia de guerra ha mostrado que al ser el gasóleo menos inflamable que la gasolina hace a estos buques menos vulnerables. La dotación unitaria se cifra en 14 hombres, altamente especializados. La tripulación total de cada flotilla sería, pues, de 156 marinos; es decir, bastante menor que la de un solo destructor pesado.

Armamento: ametralladoras en misiones de vigilancia: tubos lanzatorpedos armados y misiles tipo "Harpon" o similiar (en guerra); silenciadores de motor; balancines abatibles o extensibles para estabilizar el buque y operar con mar de fuerza 4 y deflectores de estelas; fabricación rápida, por sistema de construcción modular integrada.

Diseño realizado sobre estudios comparados de los modernos patrulleros catamaranes franceses y chinos, así como el estudio de las experiencias aportadas por las eficaces lanchas "S" alemanas ("Schnell-Boote"), las "Vosper-Thornycroft" inglesas y otras. En todo caso, han de ser diseñadas para montar lanzamisiles en guerra. Los puntos de asentamiento y anclaje de armas deben estar preparados para proceder a su instalación rápida en los astilleros. El diseño en catamarán aporta la mayor eficacia y la máxima extensión de las misiones de vigilancia con drones (y más ocasionalmente con un pequeño helicóptero embarcado, tipo "Lynx" o similar). Se utilizarán los drones siempre que sea posible.

Es evidente la facilidad de rápida fabricación en serie de los cascos, en grandes y pequeños astilleros; el relanzamiento de la industria naval española y reducción del paro en el sector; unidades baratas, construibles en grandes series; cascos de material insensible al magnetismo; cuadernas de duraluminio; motores turbodiésel; se han de calcular reservas de espacio, peso y energía para montar el armamento, en el momento en que deba ser acoplado al buque.

Debe establecerse inmediatamente un calendario de producción mínima, para diez flotillas, una previsión de aumento para nuestra Armada y atender posibilidades de exportación, que se muestran evidentes y urgentes. Todas las unidades han de estar dotadas con modernos sensores electrónicos y al menos la mitad de ellas debe contar con equipamiento de armas de guerra en fechas programadas próximas.

Financiación con ayudas europeas (convergencia de intereses de España con Italia, Portugal y Francia). Presupuesto especial conjunto con participación de varios ministerios.

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