Catalonia is Spain
Este artículo, para mí, quizá sea unos de los más difíciles, son tantos los recuerdos, allí amé, allí vi crecer a mis hijos y sobrinos, y allí lloré la muerte de un ser querido.
Después de 45 años visitando Gerona, mis vivencias, así como los más de cien viajes a la ciudad de Barcelona, me hacen conocedor de una tierra a la que amo, quizá más que Raul Romeva, madrileño, profesor de lambada, que han puesto de hombre de paja por la independencia de Catalonia.
Han pasado muchos años desde que vi al primer negro en San Pere Pescador, quizá 30 años cuando éste vivía hacinado en una casa vacía sin agua y trabajando el campo del payés de turno; o aquella Barcelona de arrabal mil veces retratada por Josep Colom y contada en sus libros por Francisco Candel, era una ciudad gris, que no miraba al mar, con playas en la Barceloneta separadas para hombres y mujeres, y como única diversión, sentarse en las sillas de la rambla, por supuesto levantándose cuando venía el cobrador.
Hay un catalán que se siente superior al resto de los españoles, para eso ha creado sus propios topónimos, el de "seva", catalán catalán; el "xarnego", catalán de padres no catalanes, y, por último, el "coreano", que puede ser gallego, murciano o castellano. Por eso, como decía Francisco Candel en sus libros, no nos debe extrañar que un castellano parlante ansíe hablar catalán pronto para no ser despreciado; llegó a tal punto que todavía me acuerdo de unas pegatinas que se ponían en los coches, "No queremos ciudades gallegas", cuando eran estos los que levantaron Cataluña, porque Franco no invertía en sus ciudades de origen.
En las primeras elecciones, pregunté a la yaya de mis sobrinos: "Yaya, ¿a quién va a votar?". "Yo, si fuera española, votaría a Alianza Popular, pero como soy catalana, a CIU". Ésta era una contestación de una cartagenera que trabajó en Barcelona de portera de finca urbana.
Con toda esta discriminación, se vivía más o menos, pero el gran error fue el darles competencias en materia educacional y, lo que es peor, permitir todo; desde entonces, la superioridad se ha convertido en odio para toda una generación, es lo que les han enseñado.
Desde entonces, Oviedo tiene a Orense de capital, como me dijeron en el Hospital de Figueras, o no saben casi escribir en español, como cuando fui a denunciar un robo; por casualidad el ordenador de los Mossos carecía de denuncia en español, tenía catalán, inglés y alemán, y no veas la ortografía que manejaba el "mosso".
No voy a caer en la tentación de los números, de eso ya se encargan los políticos; el catalán es fenicio, emprendedor y buena prueba de ello lo tenemos en el libro de Carlos del Cano "Historia del comercio en Oviedo", donde nos recuerda apellidos afincados en Oviedo: Masaveu, Tartiere, Godó etcétera... Por eso, cuando la Constitución habla de solidaridad entre regiones, ellos no lo entienden así, a ningún rico le gusta pagar más impuestos, son de esas personas que nunca dan a un pobre y si dan quieren saber en qué lo gasta, no vaya a malgastarlo en vino.
Dentro de unos días volveré a Gerona, pero la verdad es que cada vez voy menos, no me siento querido, todas las "esteladas", en fin, lo siento por los que se sienten catalanes españoles, que creo que son mayoría, porque yo me vuelvo, pero ellos tienen que convivir con los de "seva" día a día.
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