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Aclaración de Julio Lutero Bueno

9 de Agosto del 2015 - Julio Luis Bueno de las Heras (Oviedo)

Escribir en un periódico es poner en el escaparate productos que nadie te ha pedido, siempre perecederos y frecuentemente prescindibles. Cuando la polémica surge por lo que uno ha querido escribir, el riesgo está asumido y sobra porfiar salvo que precisamente se ande buscando ruido. Cuando lo que uno ha escrito da lugar a interpretaciones no sólo distintas sino radicalmente contrarias, es que se ha escrito oscuro, y es obligado aclarar la cosa para no ponerte ni medallas ni sambenitos que no te corresponden. Este es el caso.

Don Ángel de Vega me dirige el día 27 de julio "A JLBH, con perdón" un escrito en el que parece interpretar lo que el día 18 escribí en esta misma sección, Paz, piedad, perdón, consabida frase de impío, justo al revés de lo que yo pretendía, lo cual pone de manifiesto una vez más que si la ironía no da bien en la radio, el cinismo lo da menos en letra impresa. Mis disculpas por inducir a error.

Aunque la respetuosa pero dura carta de este amable lector me coloca en un buen lugar para cuando se reabra la quema de las iglesias, consabido ejercicio progresista de la libertad religiosa en países como el nuestro-, no quiero hacerme con un currículo que no me corresponde. Mi carta está escrita en esos días en los que el bondadoso Santo Padre, ahora abducido por el indigenismo, y recibiendo como obsequio institucional un Cristo grabado en una hoz y martillo (me pregunto cuál hubiera sido su reacción si se hubiese tratado de un bajorrelieve en una cruz gamada), volvió a pedir perdón por todos los excesos de la colonización evangelizadora de las Américas. El gesto no hubiera estado mal, en términos diplomáticos, si antes algún indiecito hubiese pedido perdón por las sanguinarias costumbres de sus ancestros, esas que los misioneros, entre otros opresores, contribuyeron a abolir para sustituir salvajismo por universidades.

Ya puestos a pedir perdón para caer bien a todo Dios, el Santo Padre tendría que pedirlo también por la gracieta que nos hizo Quien nos expulsó del Paraíso y se complicó y nos complicó la existencia por un quítame ahí esa manzana (no se sabe bien si golden o reineta). O por los excesos verbales de quien dicen que dijo algo así como: No piensen que he venido a traer la paz sobre la Tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra, y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.

Más provocador que mi escrito en LNE sí que resulta lo antedicho, digo yo. Así que espero que ahora se entienda mejor lo que allí quise decir o que tenga yo exegetas que me echen una mano.

(A Dios pongo por testigo de que la próxima vez que escriba alguna parida no hablaré de Él y sus albaceas, sino que hablaré del gobierno).

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