La olvidada senda del Nora
No es nada nuevo el hecho de que muchos equipamientos públicos, realizados al amparo de fondos comunitarios, básicamente los procedentes del plan Urban, permanezcan olvidados al poco tiempo de su inauguración, quedando ulteriormente como mudos testigos del despilfarro del dinero público del que tanto les ha gustado tirar a nuestros políticos. Malo cuando el equipamiento no ha servido más que para hacer la foto de rigor, a la que en algunos casos ni se llega, quedando posteriormente sumidos en el más completo abandono, sin ninguna utilidad real, y condenados a su autodestrucción por el inexorable paso del tiempo, pero aún peor, cuando siendo realmente de utilidad pública, y usados de forma habitual por los ciudadanos, no se les dedica la debida atención de mantenimiento para que puedan seguir prestando, de forma regular, sus funciones. En cualquier estudio de viabilidad, previo a la aprobación de un determinado proyecto, no solo se han de tener en cuenta los gastos de su ejecución, sino los de su eventual explotación y/o mantenimiento. Claro que este procedimiento, habitualmente utilizado cuando los recursos económicos tienen dueño, no parece tener cabida en el caso de la Administración, donde, según criterio de la facunda Carmen Calvo, a la sazón ministra de Cultura en el primer Gobierno de Zapatero (no podría ser otro), "el dinero público no es de nadie". Sin duda que, a partir de esa exégesis, se pueden explicar muchas cosas.
Después de la introducción al tema, y centrándose en el titular de esta carta, lo que se pretende denunciar, en este caso concreto, es el lamentable estado de abandono en que se encuentra un tramo de la senda del río Nora, el último construido, que, partiendo desde la zona de ubicación de los huertos urbanos de La Corredoria, enlaza con la antigua senda que discurre a horcajadas del citado río entre los concejos de Oviedo y Siero. Este tramo, con un recorrido de algo menos 1 km, inaugurado sin haber terminado la obra a finales del mes de julio del año pasado y finalizado en el mes de febrero del presente, parece haber quedado fuera del circuito de actuación del Ayuntamiento de Oviedo (supuesto responsable de su conservación), en contraste con las atenciones que se dedican al compartido con el de Siero. A pesar de ofrecer un atractivo recorrido para los viandantes, con 4 artísticos puentes de madera que nos trasladan a uno y otro lado del río, la senda está siendo invadida por la abundante vegetación que crece en sus márgenes y las ramas desgajadas de los árboles por la acción del viento, con el peligro añadido de que algunas otras, parcialmente desprendidas, puedan caer sobre los desprevenidos peatones que diariamente transitan por este paraje. No se entiende que todas las zonas verdes y las otras sendas que circundan al tramo mencionado estén perfectamente atendidas, mientras este, que además de haber tenido un elevado coste de ejecución y haber sido profusamente anunciado, no reciba ninguna atención. Es de esperar que, por lógica elemental, se pongan en marcha las medidas necesarias para establecer el debido plan de conservación que ponga fin a esta absurda e incómoda situación que, en cualquier caso, debería causar bochorno a sus responsables.
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