El tiempo cuántico hace trampas
«No somos ni de nosotros mismos», exclamaba un colega. Nos creemos libres para elegir nuestras decisiones, pero instintos, miedos, locuras y dolor, nos niegan la correcta percepción de una realidad en la que, inevitablemente, surgirán equivocaciones como riberas de un río tumultuoso que obligarán a seguir el cauce del tiempo: nuestro destino. No estamos solos, nos acompañan la impronta que nos impregnó durante la infancia junto a la circunstancia que atraviesa nuestro presente e, incluso, la información de un tiempo cuántico que, por saber ya el futuro, hace trampas. Sin embargo, a cada aquí y ahora, llegamos transitando por el camino de nuestras propias decisiones aunque el tiempo cuántico haya hecho trampas y provocado errores, pues, desde ese doloroso aprendizaje, reconducimos nuestro destino.
De todos los universos posibles en cada presente, elegimos un universo que nos puede conducir a un mundo feliz y responsable futuro, o a un inconsciente dolor para el olvido. Sin embargo, cuando ya espacio y tiempo sean solo un recuerdo más allá de todo instante y lugar, comprenderemos la verdad: que el tiempo cuántico siempre ha tenido un plan y le era obligado hacer trampas. La Humanidad no ha sido nunca ni de sí misma. En «Cartas del diablo a su sobrino», C. S. Lewis nos cuenta que el infierno no existe, pero que sí existen ángeles y, junto a ellos, demonios. Es como si en el tiempo cuántico habitasen seres eficientes que nos protegen, como ángeles de la guarda; pero también demonios capaces de provocarnos dolor y crearnos infiernos de los que aprender. Del infierno de una crucifixión surgirá una civilización para proclamar al mundo: cómo llegar a ser uno y global. Desde esa catolicidad, las personas tenemos el difícil trabajo de aprender que el cielo es una unidad noespacio/notiempo constituida por las cuatro posibilidades lógicas que conforman las dos variables que afirmadas son: «quienes perdonan», «quienes quieren ser perdonados» [11], y negadas son: «quienes no perdonan», «quienes no quieren ser perdonados» [00]. Cuatro posibilidades [11/10/00/01] que configuran las cuatro difusas zonas de un único cielo de misericordia.
La Humanidad, que siempre ha estado en plena actividad a lo largo de su Historia, contempla ahora el hecho de que el asalariado ha muerto y el propietario ha llegado. Economía y dinero serán formas de medir éxito y actividad, pero nadie se alquilará por horas para crear y procrear. Estaremos obligados a desarrollar gran actividad libre, voluntaria y vocacional. Para poder creer en nosotros mismos y tener esperanzas de progreso, deberemos ser empresarios de nuestra propia vida y actividad. El Estado solo garantizará: salud, formación, y cierta actividad con la que obtener, al menos, una retribución básica. De tal forma que, a mucha demanda y mucha oferta en la función y actividad elegida, poca retribución; algo que no será poco. Cooperar y ser activos propietarios será prioritario, porque, más allá del agua y del carbono de esta Tierra con límites de crecimiento agotados, otra vida de acero y silicio ha surgido en ella para liberarnos, salir del planeta, y, sin más salarios que valgan, acompañándonos a nuestro destino en las estrellas: ese cielo más allá del espacio al que se llegará por la curvatura del tiempo, sin dominar a otros.
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