Hematología Clínica del HUCA, un diez
El mes pasado hizo un año que lo conocí -al servicio de Hematología Clínica, digo. Fue la leucemia aguda de mi madre la que tuvo el gusto de presentarnos en la tarde otoñal de un martes y trece para el que ambas teníamos otros planes.
Mientras ella estaba tranquila tumbada en su camilla de urgencias, yo hacía lo que podía por contener las lágrimas -de pie, a su lado- y por comprender con el oído atento la multitud de palabras nuevas que brotaban rápido, pero con claridad, de boca del facultativo de guardia. La cosa era grave, pero una vez confirmado el diagnóstico, tocaba intentar curarse. Porque ella podía sobrevivir o no, pero teníamos la gran suerte de poder intentarlo. Y en esas estuvimos -primero- durante treinta y cinco días en la planta quinta, gran parte de los cuales en una habitación de aislamiento donde la falta de contacto con el exterior nos llevó a agudizar el sentido del oído hasta el punto de reconocer a las personas que allí nos cuidaban por su voz o el sonido de sus pasos atravesando el pasillo. El trato para con nosotras fue excepcional, en todos los sentidos y por todos los integrantes de ese gran equipo: desde el Dr. Vallejo -profesional incansable y cercano donde los haya- y los médicos residentes, hasta el supervisor de enfermería -José Antonio- que cada mañana temprano nos regalaba una tímida sonrisa de buenos días, y cada miembro del personal de enfermería que siempre tenía una palabra amable y de ánimo a la vez que inyectaban un medicamento o cogían una nueva vía. Y las auxiliares -como no-, que procuraban que siempre nos sintiésemos cómodas y devolviésemos las bandejas de comida vacías porque había que cuidarse. Y a Ana y a Manoli, que nos tenían la habitación como una patena y se ofrecían a traernos el periódico, una botella de agua o lo que necesitásemos. En fin, todos ellos conformaron nuestra pequeña familia del hospital, y siempre, durante todo este tiempo, les hemos recordado con muchísimo cariño y agradecimiento.
Luego conocimos el Hospital de Día de Hematología y a la Dra. Carrera, llena también de profesionalidad pero sobre todo rebosante de sencillez, humildad, cariño y espíritu positivo. Y también a Eva y a Azucena que trataban a todos con la suavidad y paciencia del que sabe que estos pacientes son muy especiales, un ejemplo de fortaleza a pesar de la delgadez y palidez que portan muchos o la alopecia que los de afuera escrutan como si fueran monos de zoo.
La ciencia y este grupo de entregados profesionales nos han permitido a mi madre y a mí -que aún teníamos muchas cosas de las que hablar- una prórroga que ya dura un año y una experiencia vital inolvidable que contamos a todo el mundo. Son nuestras batallitas del hospital
Por eso quiero -queremos- expresar nuestro más sincero agradecimiento al Servicio de Hematología Clínica del HUCA y a todo el personal que colabora en él, en especial a su Jefa Clínica -la Dra. Rayón- que ahora atiende a mi madre, y de la que todos los que la conocen sólo pueden decir maravillas. Muchísimas gracias por vuestro esfuerzo y dedicación en pro de una sanidad de calidad, pública y cercana al paciente.
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