Enlatados
La señora Pilar de Lara, a la sazón juez instructor en el Juzgado número 1 de Lugo, se topa, y no por casualidad, con una lata de la conservera PP, franquicia asturiana, repleta de peces gordos. El abrelatas, incluido en el paquete como regalo de promoción, responde al nombre de Francisco Joaquín Fernández Díaz, otrora jefe local del partido en la que fuera corte del reino astur, Samartín del Rei Aurelio. Ay, si el rey Aurelio levantara la cabeza.
De las resultas que del conocimiento del auto tenemos a través de este periódico, se puede colegir que los señores Caunedo, Pecharromán, Aréstegui, Juan Carlos Guerrero y Abrelatas, son unos presuntos golfantes de baja catadura moral y dados a las alegrías viajeras y otras veleidades a cuenta del incremento presupuestario en el tratamiento final de las aguas de lluvia. Dejo fuera del paquete a las señoras por simple cortesía educacional, aunque no sé si debiera.
Parece ser que la señora juez instructora encontró indicios suficientes de criminalidad como para dejar el caso de los enlatados bien atado y depositar el sumario en manos de la Audiencia Nacional. Hasta aquí (doy por sentado que los pormenores de la noticia son de dominio público), lo que cuenta la señora magistrada a través del texto legal.
¿Pero qué cuentan los adyacentes a la imputación? Como era de suponer, todos inocentes salvo Abrelatas, que para algo sirve tener lengua afilada y ambos pies fuera de la cofradía. Las declaraciones de Caunedo y Pecharromán utilizando a Abrelatas como chivo expiatorio y agente de viajes sólo pueden creérselas sus próximos y Cherines. Los primeros por razones de amistad y sangre, y la señora Fernández por aprendizaje Mariano. Joaquín Aréstegui, moreno vacacional, es empujado literalmente ante los flashes de la prensa por la jefa regional. Y para qué. Pues, como sus correligionarios de la presunta trama, para decir que él está limpio de todo pecado venial. De los mortales se encargará más adelante la Audiencia Nacional. Tal vez para entonces se hayan celebrado las elecciones generales.
De eso se trata, de ganar tiempo al crono. Unos y otra, sobre todo Cherines, se ven acuciados por la cercanía de las elecciones generales y el caso estalla en un momento de fuerte respuesta social. ¿Se dan ustedes cuenta de la prontitud con la que la señora Fernández dio por buenas unas explicaciones que rozan el guión de una mala película del Oeste? Y Joaquín Aréstegui, jefe del PP en Avilés, que tenía a su señora esposa como concejala remunerada del grupo local, se atreve a decir con el descaro que le caracteriza: yo no formaba parte de la Corporación local. Yo no era concejal cuando se aprobó y configuró la sociedad mixta entre el Ayuntamiento y Aquagest. Y la pregunta obligada: ¿es que Joaquín Aréstegui necesitaba ser concejal del Ayuntamiento para influir en la votación?
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