La sinceridad
La sinceridad como virtud, pero... sí, la sinceridad es un bien altamente valorada, pero conviene en todo momento saber administrarla de manera justa. Todos conocemos a personas que usan la franqueza como base en sus conversaciones, como si pensasen que su nivel moral se halla por encima del bien y del mal del de los demás. Tengo un amigo al que veo de vez en cuando, y al que aprecio bastante, que tiene esa gran virtud pero al mismo tiempo considerable defecto: ser excesivamente sincero.
Así, cuando nos vemos, suele recibirte con un arranque de franqueza y, entre otras cosas, suele decir: “Te veo más gordo, Jose”, o también “Parece que se te ha caído el pelo...”. Y, para decir la verdad, maldita la gracia que me hace esa sinceridad. Pues para nada necesito que se me recuerde que, implacablemente, el tiempo va pasando por mí y que va haciendo estragos físicos.
Por el contrario, por mi parte, suelo ser muy cauto y comedido con él y no le digo que es bastante mal encarado y un tanto desagradable; en cambio, su mujer, que es una joya, no merece que la disguste con un desatino de sinceridad como venganza.
Modestamente, tengo que reconocer que me gustan mucho más las personas que saben administrar la sinceridad con prudente cautela... Pero en la viña del Señor tiene que haber de todo.
Por eso, siempre antes de hablar, reflexionemos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo