La historia se repite
El rumor sucedía al llanto contenido en el tanatorio de Pravia. Nadie entendía que alguien pudiese ignorar el sonido de la vida hasta terminar con él, a golpes, de forma frenética; con la de sus propias hijas Amets y Sara, de 9 y 7 años, en noviembre, el mes más frío del año 2014 que a toda España dejó helada.
Esperemos que esto no vuelva a ocurrir, se decía la gente; pero está visto que los malos hechos, lamentablemente, han de repetirse. Esta vez fue en Moaña (Pontevedra) y el proceso, aunque con distinta arma, fue el mismo; Candela, de 9, y Amaia, de 7 años, perdían la vida a manos de su padre de una forma igualmente cruel por la violencia utilizada.
Quizás sea demasiado fácil, para los delincuentes, engañar a las personas con las que han tenido relación; basta con esconder sus defectos, aquellos que no pueden dominar, y sacar, en cambio, la mejor versión de sí mismos hasta que un día cualquiera, la violencia desaforada agite su estado de ánimo, perdiendo la dignidad personal y el pundonor, dejando a la deriva dos familias unidas por la tristeza y el recuerdo de sus niñas tan queridas.
En ocasiones me pregunto. ¿Qué será de Bárbara, la madre de Amets y Sara?
Quiero imaginar que todos los políticos que acudieron el día de la manifestación de repulsa delante del Ayuntamiento de Soto del Barco habrán cumplido con sus promesas, que además son obligaciones por el cargo que ocupan en representación de la ciudadanía. ¿La habrán atendido bien? porque estoy convencido de que éste no se puede tratar como cualquier otro problema, necesitaría atención psicológica, médica, económica quizás. ¿Habrán hecho todo lo necesario para que le llegue a Bárbara, el cariño de esta sociedad que en ocasiones también se siente culpable? Me quedaría más tranquilo sabiendo que Bárbara, al igual que Rocío, madre de Candela y de Amaia, las niñas de Moaña, serán atendidas como es debido porque ellas, sin duda alguna, también son víctimas.
Juan Manuel Huerga Aparicio
Cudillero
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