Les da lo mismo
Doy por hecho que en estos días en las secciones de cartas de los diarios se amontonan indignados correos sobre la reunión que un ministro ha mantenido con un exvicepresidente imputado. No quiero más que aportar una gota más a este mar aunque, la verdad, no sé desde qué punto de vista enfocarlo.
Quizás la irritación me impida ser original. Hace unas pocas semanas un concejal tuvo que dimitir por unos chistes publicados hace años. En cambio, en este partido en el que no se hacen responsables de nada, se regresa sin sonrojo al “Tranquilo, Rodrigo, aguanta, que esto te lo arreglamos”. Yo no sé ustedes, a mí me cuesta tragar el sapo de que han quedado para hablar de fútbol y de mujeres. En las películas, cuando se dan estos casos, quedan por la noche, en los alrededores del puerto, con neblina y los ronquidos de las sirenas de fondo. O un tipo con gafas de sol y gabardina deja unas carpetas en la parte de atrás de un discreto coche.
Aquí no; aquí, en este santo lugar en el que nos arrancamos los cabellos y nos arrojamos cenizas por encima cuando se cuenta un chiste de negros, resulta que se recibe al antiguo jefe en el despachito oficial a plena luz del día y sin complejos. Ése es el extremo que me revuelve las tripas, esa sensación de impunidad que tienen éstos de que España es el cortijo de papá. No me extraña que algunos se quieran ir de esta España, lejos, a la deriva aunque sea.
Ah, y a aquellos que dan por buena la versión oficial los invito a que reflexionen, si pueden, y visualicen esto mismo en Venezuela: ministro bolivariano recibe en su despacho a ex dirigente chavista implicado en casos de corrupción. Según las poco creíbles fuentes gubernamentales, quedaron para hablar del tiempo y de las vacaciones con los niños. ¡Ja!
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