El 4º apartado

16 de Agosto del 2015 - RAQUEL FERNANDEZ PUENTE (OVIEDO)

“A cántaros”. Hace cuarenta y tres años, el cantautor extremeño Pablo Guerrero escribió esta canción que muy pronto se convirtió en un himno. El tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover a cántaros fue un grito compartido por miles de gargantas a finales de la dictadura y primeros pasos de la transición.

Mi canto no es en este día una expresión de júbilo por la recuperación de unas libertades. Afortunadamente, nuestra sociedad ha cambiado mucho y en el buen camino. Soy una médica de familia con contratos eventuales que, como muchos de mis compañeros en mi misma situación, reitera las opiniones en contra de los recortes en la sanidad, de los contratos basura y de la presión a la que estamos sometidos, amén de la falta de trabajo debido a la mala gestión sanitaria. Todo esto es el pan nuestro de cada día en la prensa y nadie puede decir que no esté informado de esta situación.

Mi canto hoy es otro: hay que publicar, hay que publicar, hay que publicar... a cántaros. Porque es cierto que hoy la libertad es un derecho reconocido, aunque no sea siempre respetado; hoy somos testigos de impresionantes avances científico-tecnológicos, pero en éste ya bien entrado siglo XXI hay algo que en muchas ocasiones añoramos: se trata del sentido común; y como consecuencia de este defecto, sufrimos la falta de equidad y justicia desde el punto de vista ético. Cuando se habla de una sentencia ética, de un juicio moral o normativo, estamos afirmando términos como bueno, malo, correcto, incorrecto, obligatorio, permitido. Pero en algunas ocasiones no todo lo legal, no todo lo que adoptamos como norma es éticamente correcto o justo.

Esto es lo que le pasa a este nuevo baremo de actualización de méritos para personal del Sespa (Servicio de Salud del Principado de Asturias), resolución del 29 de julio del 2015. Por mi carácter de médico eventual del Sespa desde hace casi veinte años, he resistido baremos abusivos, permisivos, absurdos y hasta caprichosos; pero este último lo han hecho especialmente sangrante para quienes, como yo, llevamos tantos años al pie del cañón trabajando cuando nos dejan, formándonos en la mayor parte de las ocasiones por nuestra cuenta y esforzándonos al máximo por adquirir conocimientos para poder desempeñar nuestra labor con las máximas garantías para los pacientes.

Y ahora llega el apartado 4 de este publibaremo y observo atónita cómo compañeros suman puntos de manera inexplicable. Se bareman el tiempo trabajado con ajustado rigor, así como los méritos académicos, las especialidades, el doctorado, la tesis, los cursos con la exigida acreditación científica. Todo esto lo han mirado con lupa de relojero; pero en esta nueva actualización del baremo surge como un iceberg en las heladas aguas del Servicio de Salud, el apartado 4, que se merece, desde mi punto de vista, todo tipo de impugnaciones posibles. Un apartado en el que presuntamente se recogen méritos de docencia y publicaciones que nunca antes se habían baremado.

El problema y lo presuntamente indulgente es que no se hayan valorado las publicaciones con el rigor científico necesario y se haya puntuado erróneamente en algunos casos el apartado de docencia, inflando de este modo el resultado de algunas puntuaciones de modo desmesurado. Posiblemente este 4.º apartado ha dado cabida a todo lo publicable, a engancharse al carro como colaborador, autor, coautor, último firmante de muchos de los trabajos de investigación que han sido valorados.

Yo digo: Sí a la investigación, sí a la docencia, pero también sí a la actuación con ética y rigor a la hora de valorar estos méritos que sin techo en su medida han catapultado a puestos de altura a algunos compañeros. Como agravante de esta situación puedo decir que algunos de estos colegas, actuando de buena fe y con gran honestidad, han solicitado su propia rebaremación, al observar que se les había puntuado en exceso en este apartado. Demostrada queda así la posibilidad real de errores y lo injusto y reprochable que podría ser mantener esta postura que, por otro lado, es objeto de múltiples reclamaciones y recursos.

Invito al Sespa a que mire fuera de nuestra comunidad, que vea en el SAS (Servicio Andaluz de Salud), un claro referente, porque allí se está poniendo freno a la picaresca para sumar puntos en la bolsa de empleo. Esta situación ha trascendido a la prensa, a través del “Diario de Jerez” y es algo encomiable. Que el publicar a cántaros no suponga un nuevo descalabro para el personal sanitario, ocupados como estamos en la lucha por intentar defender nuestra dignidad profesional. No deberíamos vernos obligados a reclamar también una justa baremación porque ésta debería ser de oficio transparente y libre de toda picaresca. No seamos lazarillos, que ya no estamos en el siglo XVI, estamos en situación de buscar la equidad y el consenso, de demostrar que somos íntegros, justos y consecuentes, y todo esto comienza por una buena y rigurosa valoración de nuestros méritos. Que no sean las trampas ni los engaños los que dictaminen quién se come el mayor trozo del pastel, quién consigue una vacante, un contrato de carácter interino o una sustitución eventual.

Raquel Fernández Puente, médico de familia con contrato eventual de médico de área, Oviedo

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