Twiter
Uno, a veces, siente vergüenza de ser español. ¿Qué clase de personas se esconden en el anonimato que aportan las redes sociales para insultar o molestar? Es como si estuvieran esperando cualquier acontecimiento para mostrar al público sus más bajos instintos.
Hablo del concejal de Madrid que insultó a una víctima de ETA, que por desgracia quedó sin piernas. De nada me vale que Irene Villa sea una gran mujer y no se sienta dolida por los insultos de dicho concejal, y menos me importa que el juez Bermúdez considere no imputables los insultos. Otra cosa sería si los chistes negros fueran contra la judicatura.
En su momento no escribí sobre el tema, para no ser la diana de los podemitas en la red, pero hoy he leído el periódico y he vuelto a sentir asco. ¿Cómo puede ser que se tenga que poner coto a los mensajes de Twitter, en los que desean la muerte de Francisco Rivera (Paquirri), después de la grave cogida del diestro en Huesca? ¿Es por ser torero? ¿es por sentirse español? No lo sé ni mi importa, nunca habrá motivos para desear la muerte de alguien.
Soy un gran amante de los animales, pero ante todo está el hombre. He sentido muchísimo la muerte del león “Cecil”, sobre todo por lo inútil de ésta; siento desprecio por ese cazador que pagó 50.000 dólares por asesinar a un león, pero es curioso que nadie se acordó de cómo viven los negros en Zimbabue.
Son los antitaurinos los mismos que están contra la tortura, la pena de muerte, contra el maltrato a los presos etcétera; pero, eso sí, se comen, si pueden, un chuletón de una vaca que se suicidó o se murió de risa.
El desear la muerte de alguien, torero o labrador, es lo ultimo en quien se denomine persona. Es cierto que para la tauromaquia corren malos tiempos; pero, por favor, no apunten a nadie, aunque sea en la red. Es triste que cuando pasan del anonimato a la luz se desdigan de lo dicho, como ha sido el caso del concejal Zapata. Digo triste por no decir de cobardes.
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