En silencio y con las botas puestas
Nunca habría imaginado escribir esta carta de despedida. Te has ido, José Aurelio, nos has dejado para siempre; no habías superado la muerte de tu padre y te fuiste con él.
Hemos perdido a un gran orador, un excelente político, un valioso abogado, un trabajador nato, una de las personas más honestas que jamás haya conocido nadie; un hombre inteligente donde los haya, un gran amigo, un esposo fiel, un hijo ejemplar y un gran padre.
La discreción que te caracterizó a lo largo de tu efímera vida te ha acompañado hasta el momento de tu muerte. Nos has dejado en silencio, sin decir nada, evitándonos el sufrimiento.
Hace veinticinco años me acompañaste en uno de los momentos más importantes de mi vida. Hoy soy yo la que, con lágrimas en los ojos y a través de estas humildes letras, quiero mostrar al mundo lo que tantas y tantas personas desearían decir acerca de ti.
Quizá no lo hagan por escrito, pero su respetuoso silencio y el dolor reflejado en sus rostros han mostrado el mejor de los homenajes que alguien pueda recibir a título póstumo.
No entiendo por qué te has ido tan pronto, cuando la vida te sonreía y a todos los que te rodeaban. Doy gracias a Dios por tu existencia. Nos dejas una huella muy profunda y una penetrante herida en nuestros corazones.
Nunca te olvidaremos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo