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Mover montañas con cucharillas

20 de Octubre del 2009 - Joaquín Santiago Rubio

Los ayuntamientos de Asturias debaten estos días acerca del resultado que para sus presupuestos tendrán los planes de inversión pública. El objetivo de los consistorios (LNE, 3-09-09, por J. A. Ardura) es el de cuadrar las cuentas del próximo año con ayuda del plan regional de inversiones. Tanto ese plan tiene doble interés para los ayuntamientos.

El primero de ellos es meramente contable. el dinero del Plan E ha sido incluido en los capítulos de inversión, pero se espera que en el Plan A o "Plan Tini" haya cofinanciación municipal y, por tanto ajustes presupuestarios políticamente más completos y jugosos. En este caso ocurre que el objetivo político que persiguen esas inversiones se cumple con más satisfacción, si cabe, para los políticos municipales. A la finalidad de imagen que los gastos públicos tienen se une la de que se hacen las obras con participación económica municipal. Con ello, y de haí el especial interés municipal, la venta política de las inversiones del Plan regional habrá de ser mejor. Es preciso destacar que el objetivo de todas estas inversiones públicas es político, pero no sólo debe ser así, es preciso calibrar también la oportunidad práctica de hacerlas.

Cuestión de fondo. Y en eso es donde radica el problema p rincipal. Las inversiones, tanto las que realizan las empresas privadas como las de la administración pueden ser acertadas o no. Antes de llevarlas a cabo no hay forma perfecta de saber cuál será el resultado. Sólo se pueden hacer estimaciones más o menos fundamentadas, pero la incertidumbre essiempre inevitable. Y es que la diferencia entre la inversión privada y la pública es grande y no solamente en la titularidad de los recursos empleados. El inversor privado sabe que cometió un error cuando los beneficios esperados nollegan o cuando ve que sus competidores obtienen mejores rendimientos con otras inversiones. Por el contrario, la administración pública nunca sabrá si su inversión ha sido económicamente beneficiosa comparada con otras inversiones descartadas, o si simplemente habrái sido mejor dejar el dinero en manos de los contribuyentes. La administración pública nunca trabaja con costes de oportunidad, sólo busca exponer los beneficios visibles (políticos), que no reales, de sus obras. Dado que los efectos económicos de las obras públicas no pueden medirse en términos de precios, no es posible calcular su rentabilidad. Por ello es preciso ser prudente en los planes de obras públicas.

Cambiar la manera de invertir. Dado que el Plan regional aún no está decidido, estamos a tiempo para evitar errores de inversión que ya se están produciendo en el Plan E.

El primer criterio para orientar las inversiones regionales de 2010 es el que no vale cualquier obra para reactivar la economía. Ésta, formada por empresas y consumidores, responde a las inversiones públicas utilizándolas en su beneficio, como por otra parte, debe ser. Si las obras realizadas por las administraciones no tienen beneficiarios suficientes o éstos no extraen de su uso una rentabilidad o una satisfacción mayores que los costes, de nada valen. Es más, son perniciosas si consideramos la pérdida de otros posibles usos de los recursos. Es así que en el Plan E mucho del dinero gastado es de ese tipo.

Además de calibrar adecuadamente las inversiones reginales, para lo que al final se indican unos criterios de procedimiento, es preciso librarse de la nociva idea de que cualquier inversión, incluso si es inútil tras ser aplicada, es buena si crea empleo. Este criterio, es el peor de todos ya que ignora la rentabilidad de la inversión y, por tanto, impide la creación de riqueza y empleo futuros. Es conocida la anécdota, no por imprecisa menos certera, de aquel empresario americano de visita en una obra pública de la China de Mao. Al ver qu elos obreros trasladaban enormes cantidades de tierra con palas, el americano propuso el uso de maquinaria, más eficiente. Ante eso el comisario chino le dijo que con su método se creaban más puestos de trabajo. El americano respondió: ¡Pues entonces déles cucharillas y no palas! Si el criterio es el de crear trabajo y se ahoga, no ya la productividad, como en la anécdota, sino la rentabilidad, como ocurre ahora, sólo trasladaremos el problema del desempleo hacia el futuro.

Propuesta. Las inversiones del "Plan Areces" de 2010 deberían incluir los siguientes criterios de procedimiento:

Un primer estudio del tipo de proyectos públicos que son necesarios realizado tnato por economistas de la Universidad de Oviedo como por reconocidos asturianos residentes fuera de la región.

Una propuesta de criterios y de inversiones concretas realizada por la Federación Asturiana de Empresarios.

Un estudio de inversiones realizado por las Cámaras de Comercio en su ámbito territorial.

Un informe sindical para cada inversión siempre que se entienda que el objetivo de la rentabilidad es mejor para el empleo a largo plazo que la mera búsqueda de puestos de trabajo inmediatos.

Joaquín Santiago Rubio, Centro de Estudios Sella

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