Otra"marcha blanca", treinta años después
Han pasado treinta años. Ya llovió desde que el primer sindicalista que tuvo el campo asturiano, Honorio Díaz, crease UCA (Unión de Campesinos Asturianos). Desde entonces los avatares sobre el sector primario asturiano han ido de mal en peor. Se han hecho “marchas blancas” al igual que la que se está organizando ahora mismo; se han producido infinidad de huelgas, de protestas, de manifestaciones, pero lo cierto es que las cosas, al cabo de treinta años, siguen igual –o tal vez peor– que en los tiempos de Honorio Díaz.
A través de las siguientes reflexiones, vistas desde la perspectiva de un exganadero, quiero aportar mi opinión, que no tiene por qué ser la única y verdadera, sobre la crisis que sufre el sector primario en Asturias:
El grave problema del sector ganadero asturiano es que el mismo está sometido a la voluntad y a los caprichos de lo que decidan los grandes oligopolios (empresas lácteas y grandes superficies comerciales); ante ellos poco o nada pueden hacer los pobres ganaderos, a lo cual tenemos que añadir el escaso poder organizativo y sindical que han tenido secularmente. A mi juicio, el quid de la cuestión es cómo podemos romper el poder de esos grandes oligopolios, que es donde realmente se quedan los verdaderos beneficios económicos de la leche.
Una posible solución sería la creación de cooperativas, administradas y dirigidas por personas elegidas directamente por los ganaderos. Ese experimento ya se puso en práctica en Asturias con lo que hoy es la Central Lechera Asturiana, nacida precisamente como consecuencia de una situación muy similar a la que se vive hoy con los precios de la leche; el problema de estas cooperativas es que cuando se expanden en exceso, cuando los propios ganaderos pierden el control sobre ellas, terminan por caer en las redes de los grandes oligopolios. El Gobierno español también tiene mucho que decir sobre este tema: si en España tenemos suficiente capacidad productiva de leche, no deberíamos admitir, bajo ningún concepto, la importación masiva de otros países. Esto no se hace porque, una vez más, los grandes oligopolios (recuérdese, empresas lácteas y grandes superficies comerciales), al no existir ninguna ley que regule el mercado, lo que hacen es importar de otros países de la CEE a precios mucho más baratos que los que tienen que pagar en España. (No olvidemos que la ganadería en otros países de la CEE está mucho más avanzada que la nuestra, por lo que los costes de producción por litro de leche son mucho más baratos) .
El conflicto del precio del litro de leche en España, salvando las distancias, es idéntico al que afecta a otros grandes oligopolios; por ejemplo, el de los carburantes y el de las compañías eléctricas… (son ellos las que nos marcan los precios de mercado, sin que los consumidores podamos hacer nada al respecto).
Pese a todo lo expuesto, la lucha de nuestros ganaderos debe continuar. El Gobierno deberá, de una vez por todas, resolver este serio problema que afecta a miles de familias que ven cómo su economía se desploma cada vez más. La solución no pasa por pretender darles a los ganaderos una limosna de 300 euros por vaca. La solución exige medidas estructurales de mercado mucho más profundas que devuelvan al ganadero las garantías de tener unos precios dignos y justos para lo que produce. ¡Puxa el campo asturiano!
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