Identidad asturiana
Hablar de identidades es algo muy subjetivo. Todos tenemos varias, en general, compatibles y funcionales. Las identidades de pertenencia en una sociedad abierta y democrática se pueden elegir según preferencias racionales, gustos o incluso mitos. También somos resultado de lo idealista y aspiracional.
El patente “nosotros” asturiano se ha ido forjando a lo largo de los tiempos, nunca en detrimento del localismo que nos caracteriza. Siempre hemos oscilado entre un autocomplaciente grandonismo provinciano y un universalismo filantrópico, que confluye con la mentalidad socialdemócrata.
En Asturias, de corazón panteísta y transformación minera e industrializada, crisol de valles y hoy área metropolitana, de gaita y polígono tecnológico, han sido tan importantes Hunosa y Ensidesa como don Pelayo; Alfonso II el Casto, como la emigración indiana, la estela de maestros y pedagogos avanzados, ateneos y fábricas, como los talentos y emprendedores de la sociedad global. Es que Asturias es casticismo covadonguista. Braña y empresa. Arco Atlántico y centro comercial. Ironía. Mar y cumbre. Romería. Sidrina, fabada, hórreo, orbayu. Camino originario de Santiago. Sporting y Real Oviedo. Un modelo público universal de derechos sociales y humanos. Un sentimiento hondo y plural.
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