La Consejera y los sindicalistas mienten
La consejera de Ganadería de Asturias y los sindicalistas agrarios mienten cuando afirman que “hay una trazabilidad en la carne” por lo que no existe riesgo para la salud. Esto lo dijeron después de que un ganadero alertase sobre la posibilidad de que reses con tuberculosis saliesen al mercado.
Asturias ha estado recibiendo cientos de millones de euros de la PAC, mientras, en los últimos veinte años, el número de afiliaciones a la Seguridad Social en la ganadería se ha reducido a la mitad y en la última década es el único sector que no ha generado empleo; paralelamente, cada vez son más los que se dedican a la ganadería. ¿Cómo se explica esta paradoja? Por la nefasta actuación de los políticos y sindicalistas, que han despilfarrado las subvenciones –sin crear empleo–, y permiten la economía sumergida, la cual impide la creación de empleo y constituye una competencia desleal para los autónomos. En Asturias la economía sumergida supera el 26 por ciento del PIB –en el resto de España está en el 23 por ciento– lo que supone más de cinco mil millones de euros de fraude, siendo la ganadería donde se concentra más del 70 por ciento de la misma.
Hay ganaderos que se encargan de la distribución, como es la venta directa en carnicerías, así como en bares y restaurantes, haciéndola pasar por propia, cuando adquieren parte de lo que venden a “vecinos”, es decir, a involucrados en la economía sumergida. Que presenten facturas. No pueden, pues los involucrados en la economía sumergida ni cotizan a la Seguridad Social ni declaran a Hacienda, ni media IVA en sus transacciones.
Como no están controlados, la Consejería no puede asegurar que no administren fármacos y hormonas –en los dos últimos años el Seprona ha desarticulado varias redes encargadas de la distribución de hormonas–, sustancias que no son detectadas en los laboratorios en los análisis, si son administradas semanas antes, por lo que no hay “trazabilidad en la carne”.
Y Asturias es la región con la tasa más alta de tuberculosis en humanos contagiada por las vacas. Luego sí que hay un riesgo de salud pública.
Todo esto ocurre por culpa de los políticos y sindicalistas, que por intereses electorales y particulares permiten la economía sumergida, llevando a la ruina a los autónomos e impidiendo trabajar a los parados.
Cualquier otro sector; con la milésima parte del dinero de las subvenciones de la PAC, hubiera desarrollado un tejido productivo que generase miles de puestos de trabajo. Pero con otros políticos y sindicalistas, no con las nulidades que tenemos en Asturias.
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