¿Dónde han quedado los valores de la familia?
En verano los dimes y diretes entre políticos suelen desaparecer de las portadas de los periódicos y pasan a ocuparlas los parricidios, filicidios y la sempiterna violencia doméstica. Por mucho que se esfuerza la prensa en usar eufemismos para que suene menos hiriente lo que se escribe no lo consigue, porque no existe forma de endulzar lo que esta sucediendo este año en nuestro país.
Este verano de 2015 va seguir recordándose durante mucho tiempo por la cantidad de mujeres, mayores y jóvenes, y menores de edad muertos a manos de sus padres. Todo, o casi todo, puede entenderse en esta vida, pero arrojar un bebé al contenedor de la basura, acabar con la vida de sus dos hijas de 4 y 9 años con una sierra radial. Y la última (por ahora) vesania: encontrar los cuerpos de dos jóvenes amigas, Marina y Laura, quemados y cubiertos con cal viva... Todo ello es horripilante e inexplicable. No sé si nos estamos volviendo todos un poco locos, pero me cuesta trabajo encontrar un verano tan aciago como éste. Lo que viene a significar que en la sociedad actual algo no se está haciendo bien.
Los valores en el seno de la familia parecen no existir, pero siguen siendo muy necesarios. Si la familia, los educadores y el resto de la sociedad no somos capaces de hacer que esto funcione más o menos bien, demostraremos no estar preparados para educar a personas responsables, sensatas y cívicas. Si fallamos también en esto de ninguna manera podremos afrontar positivamente la realidad.
La educación familiar no es perfecta, por supuesto, como tampoco lo es la escolar, ni la propia sociedad, pero sí es un soporte muy importante para el crecimiento de la persona con dignidad y, desde luego, para no llegar a cometer este tipo de barbaridades. Por otra parte, los mecanismo oficiales de prevención, deberían haberse tomado más en consideración los avisos previos de muchos protagonistas de estos hechos.
¿Quién puede matar a otra persona y menos a un niño? No tengo la respuesta pertinente, pero tal vez sí sepa quiénes pueden evitar muchas de estas muertes: nosotros, pues todos somos un poco culpables. Así lo pienso y así lo escribo.
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