El silencio no asegura el olvido ni construye el futuro.
Hoy se ha recordado en las portadas una desgracia ocurrida hace tiempo, cuando unos violentos, conscientes y armados, ahogaron con la sangre de su propio pueblo el odio que llevaban dentro. Violaron las leyes y comenzaron a disparar, asesinando a un buen número de inocentes.
Un rayo certero al subconsciente me ha trasladado a 54 años antes de aquello y a pesar de las diferencias, porque hoy no es 18 de julio sino 26 de agosto. Han sido los títulos de la noticia: Silencio en, pese al tiempo y el silencio y quiere olvidar, pacto de silencio entre los vecinos, los que dan fe de un fracaso más del miedo a la palabra, esta vez en la Comarca de la Serena atormentada, pedanía de Puerto Hurraco, y aunque cursara con la derrota de los asesinos. Porque ningún vencedor, ni siquiera cuando triunfan la Ley y la Justicia, conseguirá construir un futuro digno contra la memoria de lo sucedido. Vuelvo a las portadas y ahora aparece una mujer aparentemente fría, la que más manda y a quién muchos no queremos nada, dando la cara por seres humanos muy distintos y lejanos, atrapados entre alambradas y ríos, contra los insultos de los más crueles de los que la mantienen en el cargo. Podría no haberlo hecho, pero está armada con el valor que proporciona el no haber silenciado nunca los peores recuerdos de su vida.
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