Un nuevo gesto del Papa Francisco
El Papa Francisco es un hombre de gestos, actitudes, palabras y hechos comprometidos. Su compromiso con Dios lo lleva a comprometerse con el ser humano y con la sociedad que le ha tocado vivir, para hacerla más justa, más humana, más habitable. Por ello denuncia, con una capacidad de comunicación maravillosa, las nuevas formas de esclavitud del siglo XXI; entre otras, lo que él llama “la globalización de la indiferencia” contra el drama de la inmigración que vivimos cada día.
En la Jornada mundial del cuidado de la Creación (SUMARIO)
Además, el pasado 24 de mayo publicó “Laudato si”, una carta apostólica en la que señala que el “desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”. Un mensaje que no tiene desperdicio por su actualidad y concreción, excelente falsilla para los programas de tantos políticos que enarbolan las banderas del ecologismo, la exclusión social, el desarrollo rural y la preocupación por la pobreza y la desigualdad.
Hace días, el Papa Francisco, dando un paso más en esta línea, instituyó el 1 de septiembre como una Jornada mundial de oración por el cuidado de la Creación, “que se celebrará anualmente y ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la Creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado”.
Este año volví a veranear por la costa asturiana. Descubrí nuevos regalos de este paraíso natural. Disfruté de la belleza de sus pueblos, de los matices de sus verdes, de la grandiosidad de sus acantilados y montañas, de la variedad de sus flores y fauna, de los trinos de sus múltiples pájaros… Ayer, sin ir más lejos, participé en la fiesta de la Regalina, con todo su color, arraigo de tradiciones y entorno privilegiado. Desde hace días todos contemplamos en el firmamento una Luna llena que el 5 torna en menguante y, cuando las nubes no lo impiden, infinidad de estrellas. Otros habréis comprobado lo mismo en Cádiz o Estepona, las Rías Bajas o las Lagunas de Ruidera, en Bahamas, Acapulco o las Rocosas… da igual.
La Tierra, nuestra “casa común”, salió maravillosa de las manos de su Hacedor. Démosle gracias por ella, respetemos los ritmos de la naturaleza, cuidémosla responsablemente. Nos va mucho, a muchas generaciones, en ello. Gracias también al Papa Francisco por este nuevo gesto.
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