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Guerras, refugiados y negocios

2 de Septiembre del 2015 - José Luis Peira García (Oviedo)

Ahora que los refugiados de toda condición se agolpan en nuestras puertas y patios traseros aporreando para entrar como zombis sin otra voluntad en una marea imparable conviene que se consideren aspectos que hemos tenido durante décadas ante las narices sin prestarles atención.

Yo me animo a empezar por uno. Desde que tengo uso de razón, o algo que se le parece, vengo viendo en las imágenes de los conflictos del tercer mundo un detalle que no me pasa por alto y me admira: Las armas de los contendientes suelen ser modernas, excelentes. Cualquier analfabeto barbudo que se ha creído eso del paraíso con vestales pechugonas, cualquier narco de mierda que lo mismo secuestra un niño que arrasa una aldea, cualquier iluminado que una mañana se levanta con la manía de que su clan controle desde el Congo hasta el Zambeze, cargan armas de última generación. ¿No sé les acaban las municiones a estos chalados? Hasta dónde yo sé, la guerra es cara, mucho material consumible y tal, y luego queda todo hecho una pena mire usted.

Tal parece, a tenor de lo excelso de sus herramientas, que de ganar sus conflictos el territorio pronto tendría un racimo de universidades de primer orden y una red de carreteras envidia del mundo, pero no, se les suele acabar el crédito en cuanto pegan el último tiro. A lo que voy, el flujo, tránsito, comercio de armas, es beneficiario de una impunidad pasmosa. Unos fabrican las bombas, las venden sin problemas, digo yo que un lanzagranadas con abundante munición de diez centímetros no se esconde en el bolsillo de la chaqueta, el pago debe estar garantizado, por mucho que sus usuarios coman ratas en cuclillas, y cuando devastan un territorio y comienza el natural éxodo de refugiados el peso lo cargan las naciones y sus fondos públicos, sus sociedades, ante el grave riesgo de fricción que desencadene en indeseables radicalismos y otros muchos problemas asociados. Unos se beben las copas y otros las pagan, como debe ser.

Los paseítos por el jardín de algunos dirigentes haciendo como que hablan están de más. Urge un severo control internacional de armamento y hay que implicar a los Estados Unidos en esa cruzada. Me consta que es casi imposible, el peso de las corporaciones dedicadas a ello es abrumador, pero, por ir a lo sencillo, más barato le saldría a la UE adquirir todas esas armas que acoger a los damnificados que ocasionan.

Y otro día, si se me permite, quisiera hablar de los refugiados climáticos, que no son pocos. Tampoco.

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