El pezón de la discordia
De una conocida presentadora de televisión que subió su foto a la red social por antonomasia en fotos y se la han censurado. La foto es, para m,í nada ofensiva, ni provocadora, ni suscita nada que pueda ser censurable.
Pero las razones de tipo “normas de la casa” son las que han prevalecido a la hora de eliminarla. Tremenda hipocresía la que compartimos los humanos, que nos hace censurar imágenes bellas y hasta cierto punto incluso artísticas y sin embargo somos capaces de someter a nuestros ojos a las terribles escenas que vemos en cada telediario, en cada página de periódico, en cada imagen de cuerpos destrozados, niños hambrientos, etcétera. Pero esos vienen bajo la tutela de que pueden herir su sensibilidad y con eso ya salvamos todo lo que conllevan.
Cómo interpreta cada uno la imagen que ve en cada momento, salvo excepciones lógicas e inteligentes, es algo que tiene mucho más que ver con la mirada con la que se mira que con la imagen en sí misma.
Me sorprende, pero no critico –al contrario, apoyo– las imágenes que cada día más tenemos a nuestro alcance de mujeres mastectomizadas, me impactan muchísimo, comprendo la gran labor que se hace con ellas, pero no deja de sorprenderme por qué esa parte de nuestro cuerpo sí y otros no.
Sigue habiendo polémica sobre la lactancia materna en lugares públicos.
Y tantas y tantas otras situaciones que criticamos, volvemos la mirada o simplemente desechamos.
Una foto de un desnudo humano puede ser elegante, sugerente, artística, pornográfica, basta... en fin, como cada uno seamos porque no olvidemos que la imagen es un reflejo de nosotros mismos.
¿Y si nos parásemos un poco más en cada imagen, que viene del latín imago, en lo que hay detrás, en lo que nos puede aportar, enseñar, enriquecer y no nos quedásemos con lo más elemental?
Freud, durante los años 1912-1937, dirigió la revista “Imago”, publicación psicoanalítica, originalmente llamada “Eros y Psique”. Y ya sabemos todos bajo qué prisma veía todo el Dr. Freud. A ver si va a resultar que todos estamos freudianos perdidos.
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