Reducir paradas de cercanías, ¿potenciación de qué?
Siempre he sido, no por ideología, sino por practicidad, muy partidario del transporte público. También con una importante concienciación medioambiental y gran respeto por el mundo rural.
Hace cinco años decidí comprarme una vivienda. Quería vivir en una zona en la que estuviese un poco apartado del centro de Oviedo, donde hubiese vida de barrio, con gente joven, negocios, servicios, y con perspectivas de crecimiento. Pero lo más importante para mí era que dispusiese de una buena comunicación de transporte público, para poder ir y volver al centro y a mi trabajo en poco tiempo y sin necesidad de depender de un coche. Me decanté por La Corredoria. Se cumplieron todas mis expectativas; además el nuevo HUCA se trasladaría allí.
Cada poco tiempo, en este mismo periódico, se publican artículos de gentes de este barrio: con creciente población, proliferación de negocios, cerca del centro, bien comunicado, con amplias zonas verdes, lleno de gente joven, grandes perspectivas de crecimiento y calidad de vida.
Pero la confirmación de todas estas cualidades y mi ilusión por ellas se vieron truncadas el pasado jueves 27 de agosto, cuando en LA NUEVA ESPAÑA se publicó una noticia en la cual, paradójicamente, el Principado proponía reducir paradas en 94 estaciones de cercanías, para “potenciar” el tren. Y cuál sería mi sorpresa cuando leí que algunas de sus estaciones a reducir serían La Corredoria, Lugones, Lugo de Llanera, Villabona de Asturias, Serín, Ferroñes, Cancienes, Olloniego... y otras muchas más. Según nuestro Gobierno regional, esa reducción afectaría nada más y nada menos que al 75% de los trenes actuales, convirtiéndolos en semidirectos, con destino a Gijón, Avilés, El Entrego y Pola de Lena. Es decir, uno de cada cuatro. Y según nuestro Gobierno, se permitirá incrementar hasta un 37% el pasaje. Y mi pregunta es: ¿a quién beneficia? ¿qué se potencia? Les diré qué potenciará. Potenciará que una gran cantidad de viajeros que actualmente trabajamos en el centro de las ciudades pero que residimos en barrios, periferias o zonas rurales, no dispongamos de un buen horario para trasladarnos. Habrá sobrecarga de viajeros en los autobuses urbanos, perderán beneficios, actividad y, por ende, todos los negocios asentados en las estaciones; se potenciará el uso del vehículo privado; perderemos más tiempo en desplazarnos de nuestro domicilio a nuestros centros de trabajo. Y barrios como La Corredoria, en creciente expansión, se verán frenados por el inconveniente del deficiente transporte público en tren. Ya no tardaré entre 6 y 7 minutos en desplazarme de La Corredoria a Llamaquique, sino 25 o 30 minutos, que es lo que tarda aproximadamente el autobús urbano; y estaremos dando varios pasos hacia atrás respecto al medio ambiente y al mantenimiento del mundo rural. Eso sí, se potenciará que cada vez más gente viva en las ciudades, con la consiguiente disminución de la calidad de vida, ya que el Gobierno seguro que no se ha parado a observar cómo en estaciones como La Corredoria, Lugones o Lugo de Llanera, el número de pasajeros se mantiene elevado y cada vez más gente deja el coche en casa para sumarse a la red de Cercanías.
Estoy a favor de aumentar los trenes semidirectos con menos paradas, pero no a costa de privarnos a tantos viajeros que cada día nos vemos en el tren. Creo que esos 10 minutos aproximados que puede acortarse el viaje entre núcleos urbanos grandes, para nosotros serán los diez minutos más caros e inútiles de la historia.
Me consta que algunos grupos y asociaciones han mostrado su oposición al anunciado programa de cambios en los trenes de cercanías. Ni soy político ni pertenezco a ninguno de estos grupos; sólo quiero hacer oír la voz de un ciudadano que considera equivocada la previsión a que vengo aludiendo.
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