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Dominicos de Aller y Lena

7 de Septiembre del 2015 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Se puede decir que muchos son los que han dado Aller y Lena a la orden de Santo Domingo, que dejaron una profunda huella por esos mundos de Dios. Vamos a traer hoy aquí a los que uno conoció y, en ellos, quedan representados todos los demás al aire y socaire de una gran ejemplaridad. Oriundo de Caborana era el padre Tomás Martínez, que en Filipinas, Manila, hizo historia como profesor de su Universidad. Y en Formosa el padre Elías Fernández, de Murias, otra personalidad en aquella misión y un reconocido intelectual tanto allí como aquí. De Nembra era el padre Ramón García, otro famoso intelectual que en Egipto llevó a cabo una gran labor religiosa y cultural, autor de importantes libros entre los que cabe destacar ensayos y documentados estudios sobre la religión musulmana y sus costumbres. El padre Ramón era muy querido en Egipto, y gozó del afecto y estimación de su presidente (si mal no recuerdo, creo que era Nasser), en cuyo palacio, en El Cairo, era recibido siempre sin audiencia ni legalismo alguno. El padre Ramón fue un gran amigo y sus cartas eran verdaderas piezas literarias.

En Lena, del pueblo de Fierros, era el padre Evaristo Morán, otra gran personalidad que en Roma ocupó un alto cargo, y creo que llegó a ser también miembro del tribunal de la Rota. La filosofía era lo suyo, y también la docencia, que ejerció temporalmente en el colegio de las Dominicas, en Oviedo, al irse de Roma cuando fue ocupada por el ejército nazi. Al acabarse la guerra, regresó al Vaticano, a sus cargos y cometido. El padre Morán solía pasar sus vacaciones en Ujo, en donde tenía familia. De Paraná era monseñor Velasco, obispo de Amoy, que allí sufrió persecución, cautiverio y malos tratos. Sufrió mucho, y cuando logró regresar a España lo hizo completamente destrozado psíquicamente. Obispo fue también, en Salamanca, el padre Barbado, de Telledo, que dejó allí un buen recuerdo ya que llevó a cabo una gran obra apostólica y social. Su hermano, Bautista, fue un paisano muy apreciado en el valle del Huerna por su bondad y hombría de bien.

En Herías tuvo la orden dominicana a los dos mejores padres entonces. El padre Suárez y el padre Raimundo; el primero llegó a ser el general de dicha orden y miembro del tribunal de la Rota, en Roma. El segundo, padre Raimundo, fue una eminencia y un conferenciante de fama y prestigio universales. Cómo sería esa fama suya que, en cierta ocasión, celebrándose en la Argentina una gran convención de los mejores médicos del mundo, fue invitado el padre Raimundo a ser su broche de oro. Era tal su elocuencia y dominio y conocimiento de todas las materias, del orden que fueran, que al terminar su intervención, que a todos asombró, le preguntaron en qué Facultad había estudiado Medicina. El asombro fue doble cuando les respondió “que no era más que un humilde fraile dominico”.

El medio rural asturiano, como estamos viendo aquí, es pródigo en grandes paisanos y relevantes personajes que mucho prestigian su historia y su tipismo.

Ricardo Luis Arias

Aller

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