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Enchufes y arranques

8 de Septiembre del 2015 - José Antonio de Lillo Cuadrado (Moreda)

LA NUEVA ESPAÑA del martes, día 1 de este mes publicaba una información breve sobre la fiesta de la Virgen de la Cueva, en el concejo piloñés. El título no podía ser más asombroso: “Los fieles de Piloña se enchufan a su patrona”. Lo releí, por si acaso. Pues sí, de repente, van y se “enchufan”, con todas las letras. Me pareció que debía dedicar un comentario al encabezamiento, y estudiarlo detenidamente y en profundidad: no se encuentran todos los días “enchufes” de vuelos tan altos a los pies de un santo. A nadie se le escapa que “enchufar” y sus consanguíneos, “enchufe” y “enchufado”, siempre tuvieron mala fama. Así el DRAE: “colocar en un cargo o destino a alguien que no tiene méritos para ello, por amistad o por influencia política”. No hay duda de que el sentido que tiene en el título, por su contexto y sus circunstancias, no cabe en la acepción que le asigna el Diccionario. No se observan en él intenciones perversas. Esta falta de notas negativas es lo que puede explicar su presencia. En todo caso, es demasiado “verbo” para tan sencillas intenciones. Estoy convencido de que la intromisión de nuestro verbo en el título fue sólo un desliz de verano.

Pero que los nobles fieles de aquel concejo, para ser escuchados por instancias superiores, tengan que “enchufarse”, sin más, a su patrona, es algo que sobrepasa lo que la inteligencia humana puede asimilar. Es un escándalo para el oído, en especial cuando hay verbos muy armoniosos que tienen un expediente más limpio y carecen de contraindicaciones, como “rezar”, “rogar”, “encomendarse”, “suplicar”, “pedir”… claro, siempre que sus preces se dirijan a la Virgen de la Cueva, a la de Covadonga, a la de Miravalles o a otra advocación.

Quien se dirige al público por cualquier medio debe conocer cómo se manejan los útiles de su profesión, en este caso la Gramática, porque “crea lenguaje” e, incluso, escuela, y siempre habrá alguien que esté al acecho y lo imite. No hay más que seguir la trayectoria y el éxito del verbo “arrancar”, que no es estacional sino que está en activo todo el año. Alguien lo desempolvó, descubrió su “gancho”, percibió la contundencia de su pronunciación, lo echó a andar y ahí está: la Vuelta a España, las fiestas de san Mateo, la Ópera, los cursos de La Granda, un recital de piano en el Auditorio, el concierto rock en la laza de la Catedral, una conferencia sobre las reliquias de la Cámara Santa, la inauguración del curso académico en la Universidad o el encuentro de España-Eslovaquia en el Carlos Tartiere. Todos “arrancan” como si se tratase de conseguir la pole. De haber caído en manos carentes de preparación, la fiesta de la Virgen de la Cueva no se habría librado del “arranque” ni con todo el “enchufe” de las fuerzas vivas del Olimpo. Tampoco este verbo tiene muy buena prensa en las páginas del Diccionario.

Según se lee en el texto, el celebrante comenzó la homilía afirmando que “el Espíritu Santo es a la Iglesia lo que la corriente eléctrica es a los aparatos electrónicos”. Justo lo que quiero decir: la partitura y el instrumento son al músico lo que la Gramática y el Diccionario son al escritor.

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