Si existe Dios, que creo que sí
¡Madre mía! qué arrogancia, insensibilidad, ignorancia y falta de humanidad existe en algunas personas!
La emergencia de los refugiados sirios es una de las mayores crisis humanitarias de nuestro tiempo, y no podemos dar la espalda a las necesidades de estas familias que huyen de un terrible conflicto en el que hombres, mujeres, niños, ancianos y enfermos suman ya muchos millones de refugiados. Miles de familias están intentando sobrevivir como pueden en condiciones muy difíciles y muchos refugiados están poniendo en peligro su vida tratando de llegar a Europa. Vienen a pedirnos ayuda, ayuda intemporal, porque casi todos, cuando se resuelvan los problemas en su país, allí querrán regresar. No vienen a robarnos, a llevarse nuestro Estado del bienestar; como mucho, a que compartamos con ellos, por un tiempo, esa suerte que tenemos por haber nacido en lugar mejor. Pero lees y escuchas opiniones tan desagradables a la vista y el oído, que dan ganas de llamarles por su nombre, pero, por educación mejor se queden soportando su triste vida y flojera mental.
Recordaré que los refugiados están protegidos por ley, por el derecho internacional humanitario. Lo cual deja poca maniobra a nadie para tener en cuenta sus desagradables conclusiones y reflexiones; los hay que incluso te dicen que los lleves para tu casa si eres tan solidario. ¿Ven hasta dónde llegan? ¡Claro que hay familias que podrán hacerlo! porque tienen dinero y vivienda para ello; pero deben ser las administraciones las que nos hagan partícipes con nuestros impuestos a todos, las que deben dar cobertura social a estas familias.
Si existe Dios, que creo que sí, ya que de lo contrario no podría ser que unos nacieran con estrella y otros tan estrellados, sin más mérito o demérito de cada cual que ser paridos por su madre en lugar y entorno determinados sin que se compense de alguna forma a quien ha tenido peor suerte. ¿O acaso piensan que bien pudiera este mundo estar regido por el azar simplemente? ¡No me creo que así sea!
Si existe Dios, que creo que sí, a todos aquellos que se apropian de un territorio sin que nadie les hubiera dado escritura en propiedad, que ponen alambradas y fronteras a la pobreza, porque a los ricos les abren las puertas de par en par, los dejan entrar y pueden quedarse el tiempo que deseen entre nosotros; es más, este Gobierno regala la nacionalidad a quienes se compren una vivienda de 500.000 euros. O, como vimos en Madrid, les querían permitir incumplir leyes como la del tabaco, no pagar impuestos y además regalarles el terreno. Están y vienen a cambiarse el corazón, pulmones o riñón y, sin embargo, decimos que los inmigrantes de poca monta arruinan nuestra sanidad pública por recetarles paracetamol.
Este Dios, si existe, que creo que sí ¿no tendrá algo que decir a esta desigual forma de vida, donde la fiesta parece asegurada para unos, y la cruel realidad para otros?
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