Carta abierta al consejero de Empleo
Sr. Consejero: puede usted cerrar la oficina de Empleo de Zuvillaga, en Oviedo. Total, para lo que vale...
Ya sé que acaba de tomar posesión del cargo y que ha tenido poco tiempo para resolver el enorme problema del empleo en Asturias; pero, si me permite decirlo, le va a resultar del todo imposible, si no endereza de manera radical las enormes torceduras que arrastran los instrumentos que ahora tienen habilitados para la gestión del empleo. Posiblemente sea usted consciente de ello y ya haya empezado la labor, pero no puedo evitar el escepticismo, a la vista de la desastrosa deriva de todo el sector público, que ya ha convertido España en un país de pandereta. Le cuento:
El pasado día 4 de septiembre de este presentamos una oferta de empleo a través de la web Trabajastur.com (página que, por cierto, carga muy mal) para buscar un trabajador de temporada durante el verano y fines de semana del resto del año, preferiblemente entre estudiantes que quieran compatibilizar los estudios con un trabajo en el que ganar un dinero en periodos vacacionales; igualmente preferíamos jóvenes residentes en un radio inferior a 20 kilómetros del lugar de trabajo, por cuestiones de rentabilidad y facilidad en el desplazamiento. Así quedó reflejado en la web y se lo explicamos a la funcionaria de General Zuvillaga de Oviedo, que el día 7 me llamó para matizar algunas cosas antes de dar de paso la oferta.
Ese mismo día comenzó una avalancha de currículos a través de e-mail que para nada se ajustaban a lo que necesitamos; titulados universitarios, padres de familia, residentes a más de 60 kilómetros, etcétera, y todos en busca de un trabajo que les resuelva la vida; muy lejos, por tanto, de nuestra oferta. Sin pérdida de tiempo, aquella noche remití un mensaje a la Oficina de Empleo, en el apartado que tiene habilitado el Portal del Sistema Nacional de Empleo y que no permite más de 500 caracteres, supongo que para no fatigar a quien lo tenga que leer y, que en mi caso, me temo que fue directamente a la papelera. Pues bien, les explicaba en el mensaje cuál era la situación y solicitaba un poco más de concreción en la oferta.
Ante la falta de respuesta y en vista de que todo seguía igual, el miércoles, día 9 de septiembre, llamé por teléfono a la Oficina de Empleo y me encontré con la sorpresa de una negativa rotunda para resaltar nuestras preferencias. Es más, me mostraron el anuncio que habían publicado y que ni siquiera se corresponde con lo que habíamos acordado y quedó reflejado en la oferta presentada. No aparecen nuestras preferencias por estudiantes, ni tampoco por el lugar de residencia, ofrece un salario distinto del acordado; pero, sin embargo, ocupan la mitad del anuncio con un farragoso e innecesario repertorio de funciones que no habíamos acordado y resultan más que obvias para la profesión demandada.
Incapaz de entender las razones para semejante tozudez, conseguí hablar con el director de la Oficina de Empleo de Zuvillaga, quien en un tono de suficiencia me recordó que la publicación de las ofertas no podían hacer discriminaciones (yo sólo pretendía reflejar preferencias, tal como aparece en la oferta presentada) y estaban sujetas a otras normas –no me supo aclarar cuáles, salvo para indicar que eran distintas de las de la hoja parroquial–. Fue imposible siquiera una conversación racional. A mis propuestas respondía con evasivas y respuestas que no venían al caso. Ante tanta prepotencia, me despedí dándole las gracias por nada y advirtiéndole de mi denuncia.
Reconozco lo minúscula e insignificante de nuestra oferta y que no soluciona nada dentro del calamitoso estado del mercado laboral, para dedicarnos un poco de atención y ayuda en nuestra búsqueda; pero marear a tantas personas que desesperadamente se ofrecen para un trabajo que al final no se corresponde con lo que buscan me parece más que una falta de respeto y de menosprecio a los parados, una intolerable indolencia por parte de quienes deberían estar al servicio de la sociedad y bien que cobran por ello.
Pongo a disposición del periódico y de cuantas autoridades se interesen, copias de la oferta que presentamos y el anuncio que publicó la Oficina de Empleo, aunque prefiero que no se hagan públicos.
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