Somos criminólogas
Soy criminóloga, bueno, somos, porque hablo en nombre de mi compañera de pupitre y ahora de mesa de oficina, aunque lo de oficina se nos queda un poco grande ahora mismo, así que mejor, y por desgracia, lo dejo en compañera de sueños. Somos criminólogas. No somos CSI, no somos policías, no somos forenses. Somos criminólogas. Muchos, todo el mundo, nos preguntan qué hacemos. Pues bien, nos gusta decir que nos gusta ayudar a prevenir. Prevenir las conductas delictivas, prevenir posibles lugares donde se puedan cometer delitos porque los factores hacen que dichos lugares sean proclives a estos hechos... Sin embargo, vivimos en un país al que, pese a que seamos muy de refranes, se le olvida el de "más vale prevenir que lamentar", y la Administración prefiere resarcirse y lamentarse a prevenir. Por ejemplos, ahora nosotras estamos luchando por hacernos un hueco en colegios, institutos, asociaciones, centros juveniles, incluso centros de salud y hospitales, donde podamos tratar el tema del "bullying" desde los tres puntos: educadores, padres y alumnos. Sin embargo, nos encontramos con muchas puertas cerradas (casi todas), y yo me pregunto: ¿cómo podemos proteger, concienciar o persuadir a nuestros hijos de esta enorme lacra si no contamos con personas especializadas, involucradas y con ganas de atajar este tema? Repito, somos criminólogas. Estamos para ayudar a prevenir. Los niños de hoy son el futuro de mañana. ¿Cuántas Carla o Jokin necesitamos para que educadores, padres o alumnos abran los ojos? Estamos cansadas de que cuando sale un caso grave (suicidio) de niños/adolescentes que sufren "bullying", todo el mundo se eche las manos a la cabeza, los padres se culpabilicen por no haber conocido antes el problema de su hijo, los profesores se echen la pelota unos a otros y la Administración no castigue como debiera a estos menores "acosadores". Y mientras tanto, nosotras, criminólogas, nos buscamos la vida como podemos. Opositando para un puesto para el cual no estuvimos estudiando cinco años una licenciatura, para el cual no nos formamos y para el cual no estamos hechas. Amamos nuestra profesión y, sin embargo, nadie nos deja ejercer en ella como a nosotras nos gustaría. Luchamos por un sueño y, al final, tarde o temprano, esperamos escuchar esa llamada que nos pida prevención.
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