Alfonso Martínez, sherpa del Picu
La dinastía de los Martínez, de Camarmeña, se puede decir que son los primeros sherpas y guías del Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes), dinastía de la que el buenazo de Alfonso es el mejor y el máximo escalador del Picu. Creo que hasta hoy nadie ha subido tantas veces como él. Retirado ya, mayor y enfermo, recuerdo que en uno de aquellos encuentros que teníamos en su rincón de Cabrales, cuando uno caía por allí, me dijo que sus ascensiones al coloso de Bulnes pasaban de las trescientas. La mayoría con clientes, a los que subía con la máxima destreza y seguridad. Alfonso, Fonso, además de un gran escalador y alpinista, era una gran persona, bondadoso, servicial y sencillo, que nunca alardeó ni presumió de sus hazañas alpinas, de ser el mejor y máximo escalador del Picu; qué poco se le tuvo en cuenta después, cuando enfermo y solo aguardaba su última escalada a la eternidad. Me honro de haber sido un gran amigo de Alfonso Martínez, que fue también un enamorado y defensor del medio rural asturiano.
La dinastía de los Martínez, como escaladores del Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes, la encabeza el padre, Víctor Martínez, otra gran persona, un paisano también muy bonachón. Y él fue, por cierto, el que encontró el cadáver de Luis Martínez, "El Cuco", en 1928, primera víctima que se cobró el Picu. Hijo de Víctor era también Juan Tomás, otro buen amigo, que escaló el Urriellu en varias ocasiones, otra gran persona, que contrajo matrimonio en Caín (Valdeón) y allí se quedó para siempre. También me resultaba muy grato, cada vez que caía por este pueblín leonés, casi asturiano (en el se inicia la Ruta del Cares, hasta Poncebos), ver a Juan Tomás y rebobinar el pasado para recordar gratas e inolvidables jornadas por nuestros Picos de Europa. En cuyas entrañas y aledaños la madre naturaleza ha echado el resto, su medio rural es asombroso, impresionante, de una belleza y tipismo inexplicables: Poncebos, Bulnes, Sotres, Tielve, Camarmeña... Aldeas y pueblinos con una bona xente honrada, trabajadora, sufrida y ejemplar.
Todo el medio rural asturiano es así, con hombres y mujeres, ellas y ellos, que son parte muy importante, decisiva en la historia y tradiciones que en ese medio rural tienen su verdadera representatividad. La mejor.
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