Hacerse oír

Me imagino que sepas, paciente lector, que existe una asociación que se llama «Hazte Oír», elocuente nombre, por cierto. El caso es que esta organización y no sé cuántas más han convocado una manifestación en Madrid el 17 de octubre en defensa de la vida y la maternidad, como respuesta al proyecto de ley que pretende aprobar el Gobierno socialista para darles más facilidades a los abortistas e incluso para considerar el aborto como un derecho. ¡Pues vale! Hasta ahí, servidor no tiene nada que reprocharles a los de «Hazte Oír» y compañía, sino todo lo contrario. El caso es que, al olor de la «manifa», el PP ha resucitado y, ante la posibilidad de meterle un dedo en el ojo al Gobierno, los líderes populares invitan a sus militantes a sumarse a la convocatoria. ¡Échale guindas al pavo! El mismo PP que en ocho años de Gobierno no sólo no eliminó un solo renglón de la ley despenalizadora del aborto de 1985, sino que le añadió la propina de la aprobación de la llamada píldora del día después, se apunta ahora a defender la vida. ¿Qué juego hipócrita es éste? Los convocantes son mayorcitos y sabrán lo que tienen que hacer, pero si desean que les secundemos, deben desmarcarse del PP, pues de lo contrario perderán toda su credibilidad. La verdad es que a todos nos gusta hacernos oír en algún momento dado. Servidor pensó que tendría la posibilidad de hacerse oír hace días en Tele Oviedo, pero alguna tijera lo impidió. Me encontraba en los chiringuitos instalados en Teatinos con motivo de San Mateo, aparecieron por allí dos chavales de lo que queda de Tele Oviedo y me pusieron la alcachofa en la boca. Como me parece que procede en estos casos, alabé la iniciativa de que las fiestas se extiendan a los barrios, pero aproveché la coyuntura para quejarme de que los organizadores de San Mateo hubiesen contratado a Boris Izaguirre como pregonero. No tengo especial animadversión contra el personaje, pero entiendo que hay cientos de ovetenses y asturianos que han acumulado en la vida más méritos que este «famoso», que no consta que haya hecho especiales méritos para convertirse en famoso. Por cierto, me pregunto si resulta más preocupante que contraten a Boris para el pregón o que se llene la plaza Mayor para escuchar el pregón de Boris.

A lo que iba, suponía que mis comentarios ante la cámara de Tele Oviedo no aparecerían completos en pantalla y así se lo comenté a mis dos acompañantes. Y efectivamente, por la noche estuve pendiente del programa y recogieron las alabanzas a la fiesta, pero censuraron las quejas. Como en los viejos tiempos. Allá ellos. Que les vaya bonito a los de Tele Oviedo, aunque me parece que lo tienen difícil, porque, según Radio Macuto, el óbito de la cadena ovetense es inminente. Por cierto, si alguien entiende y me explica el complicado panorama televisivo asturiano, le invito a un café y a un pincho. Porque aquí aparecen y desaparecen cadenas, como si se tratase de hongos, incluso cadenas tan serviles al poder, como Localia o Tele Gijón, se vieron abocadas al cierre. La que sobrevive al virus es la TPA, porque se financia con tu dinero y los mandamases de la cosa no tuvieron inconveniente en aumentar el presupuesto un cuarenta y pico por ciento en tres años, como si la crisis no existiese.

En fin, en nuestra Iglesia también podemos y debemos hacernos oír. Es verdad que para los nombramientos episcopales, por ejemplo, no nos lo facilitan mucho, pero bueno ya vendrán tiempos mejores. Parece que las previsiones de los más enterados se cumplen y está al caer el nombramiento de López Quintana, actualmente nuncio en la India, como arzobispo de Oviedo. Estas cosas están sometidas a «secreto» hasta que se hacen oficiales, pero parece que en las alturas eclesiásticas hay algún chismoso que se hace oír antes de tiempo y en nuestro país ya se está convirtiendo en habitual que los nombramientos episcopales sean preanunciados por un señor, laico, de apellido Cigoña, que escribe diariamente en un blog de religión digital. A lo que iba, bienvenido sea el nuevo arzobispo. No proceden los prejuicios ni con él ni con nadie. Dejemos que se haga oír, hagámonos oír igualmente nosotros por él... y a tirar por el «carro» de la Iglesia asturiana.

Y de la Iglesia de Asturias a la iglesia del antiguo Psiquiátrico, propiedad del Principado. Cada día trabajan cerca de la misma los cientos de operarios que están construyendo el nuevo Hospital Central, pero parece que en la capilla nadie se fija. Y la pobre tiene algún cristal roto, lo que facilita que entren pájaros, que pueden deteriorar las preciosas pinturas de Paulino Vicente. En fin, si algún lector tiene «entrada» con los de la cosa patrimonial y artística del Principado y tiene a bien hacerse oír ante ellos...

J. Manuel Fueyo Méndez, párroco de Nuestra Señora de Covadonga, Oviedo